lunes, 20 de mayo de 2013

El Guardián del Umbral





El Guardián del Umbral
pág. 294

El horóscopo número 2 nos indica una de las condiciones psíquicas más
significativas con que nosotros hemos tropezado. Sus presagios en algunos
sentidos son claros para cualquier astrólogo; pero la investigación hecha por uno
de los autores en la vida pasada de esa persona añade mucha iluminación y
profundidad al significado de las configuraciones, las cuales no se hubieran podido
conseguir de ningún otro modo; asimismo, para el investigador que hizo este
estudio espiritual dos años antes de que el horóscopo fuese hecho, su conclusión
fue una revelación al notar el modo en que los hechos místicos que él recuerda
tan bien estaban inscriptos en esta figura. Para facilitar al estudiante la apreciación
debida de este caso notable, relataremos la historia del modo en que nosotros nos
relacionamos con esta persona, lo que nos propusimos hacer y lo que realmente
sucedió.

En el otoño de 1910, un amigo nos habló de un triste caso de un muchacho
confinado en su lecho, tendido sobre su estómago y codos, observando
persistentemente un punto determinado de un rincón de su cuarto, como si
estuviera fascinado, con todo su organismo estremeciéndose continuamente,
suspirando y quejándose. A solicitud de este amigo nosotros visitamos al
desgraciado muchacho y vimos que el punto hacia el cual se dirigía su mirada, con
un poder semejante a aquél con que la culebra encanta a un pájaro para llevarlo a
sus fauces, era un elemental del tipo más horroroso que nosotros hemos visto. Al
acercarnos al lado de la cama dirigimos una corriente de fuerza hacia la base del
cerebro de la pobre víctima, y esto le hizo volverse a nosotros en un esfuerzo para
romper el hechizo, pero aquel demonio de elemental sostenía un encanto tal sobre
la conciencia y arrastrado a grado tal que se presentaba un peligro evidente de la
rotura de la unión del cuerpo con el alma. En vista de esto desistimos y con una
valentía y arrojo nacidos de nuestra inexperiencia, decidimos luchar contra el
elemental y repelerle hasta su plano de existencia. Pero el Hermano Mayor, que
es nuestro Mentor, nos vio aquella noche y nos aconsejó precaución y la
investigación de la génesis del monstruo antes de tomar ninguna medida.

La investigación de la Memoria de la Naturaleza nos presentó el hecho de
que en su última vida el espíritu renacido en aquel mozo había sido un iniciado de
la Orden de los Jesuitas, un fanático del tipo más ardiente, cruel e insensible en el
grado más elevado, y, sin embargo, perfectamente impersonal y desinteresado,
sin ningún otro objeto en su vida sino el de aumentar los intereses de su Sagrada
Orden. Sacrificó sin el menor remordimiento de conciencia la salud, riquezas y
reputación de sus semejantes y con tal de que se beneficiara su Orden, él mismo
se hubiera ofrecido en holocausto de su propia voluntad, porque era sincero hasta
la médula. El amor era tan desconocido a esta naturaleza como el odio; pero, en
cambio, el sexo tenía un poder extraordinario, y aunque ponía en la lucha contra
su pasión toda su alma, nunca logró dominarla; pero era demasiado orgulloso para
hacer ver su pasión aun al que hubiera podido ayudarle a satisfacerla, y como
consecuencia de todo esto adquirió este vicio secreto.

No debe suponerse que esta persona se convirtiese en un esclavo abyecto
en este sentido; por el contrario, este espíritu inmortal combatió a su naturaleza
inferior con oraciones, castigos, ayunos y todos los demás medios concebibles;
algunas veces supuso que la había conquistado, pero cuando menos lo esperaba,
la bestia en él rebullía y la guerra entre ambos continuaba tan fieramente como
siempre. Algunas veces intentó el mutilarse a sí mismo, pero le avergonzaba la
perspectiva de convertirse en un ser impotente, especialmente cuando un hombre
como él había hecho los votos del sacerdocio. Por último sucumbió al esfuerzo y
el vigor del adulto fue seguido por una edad media de salud delicada, con un dolor
constante que aumentaba su angustia mental y la simpatía nació en su corazón
por el sufrimiento, y de este modo no fue por más tiempo indiferente a las torturas
de las víctimas del Santo Oficio. Siendo por naturaleza celoso y entusiasta en
cualquiera dirección que sus energías se ejercieran, el péndulo se dirigió al otro
extremo a semejanza de San Pablo, y, por consiguiente, se esforzó en proteger a
aquéllos que había perseguido previamente; incurrió en al enemistad del Santo
Oficio, y, finalmente, agotado en cuerpo, pero poderoso en espíritu, fue víctima de
la tortura a la cual había sometido a muchos. Por la sinceridad de su naturaleza y
por la última parte de su vida, se hizo acreedor a ser admitido en una Escuela de
Misterios y se le preparó para alcanzar el privilegio de actuar como un Auxiliar
Invisible en vidas futuras.

La Ley de Asociación le llevó a renacer en una familia americana que eran
amigos antiguos, y de ella recibió una organización nerviosa adaptada a la
elevada nota que requería su experiencia.

Saturno opuesto al dador de vida, el Sol, reprime o sofoca la energía de
Mercurio y obstruye a Venus, o, lo que es lo mismo, la circulación (venenosa)
mediante el impedimento de la secreción de la orina y eliminación de la materia
venenosa por medio de los riñones, que están gobernados por Libra, el signo de
exaltación de Saturno, donde está colocado en este horóscopo natal. Como quiera
que los planetas a los cuales se opone están colocados en Aries, regente de la
cabeza, su influencia desordenadora se manifiesta por medio del cerebro y la
mente, así como por el sistema génito-urinario. El estado morboso de estas
partes, causado por la influencia represiva de Saturno sobre los riñones, está
acentuando doblemente por la conjunción de Urano con la Luna en la casa sexta,
que indica la salud, bajo el signo regente de los órganos generadores, Escorpio.
Como el horóscopo señala las tendencias que resultan de nuestras
acciones en vidas pasadas, es evidente que el abuso sexual propio de esta
persona debió llevarla a nacer bajo un rayo estelar que afectase a la salud en tal
manera, porque cuando el alma ha estado dominada por un vicio determinado en
alguna vida, la muerte no liquida las deudas adquiridas, así como tampoco el
mudar de residencia paga las deudas contraídas en una ciudad. Cuando
renazcamos la tentación se dejará sentir hasta que dominemos nuestra debilidad.
Éste es el trabajo de esta pobre alma, el de extraer la esencia de la virtud y
de la castidad de las cenizas de la pasión y da los vicios secretos. Rogamos a
Dios fervientemente para que pueda ayudarla y robustecer su aliento en este
terrible combate. Solamente la astrología, la llave maestra de la compasión, puede
revelarnos a nosotros en debida forma la lucha y la angustia de las almas y
salvarnos de las garras del vicio a despecho y por encima de todas nuestras
depravaciones.

Los aspectos antes mencionados están formados desde signos cardinales y
fijos, lo cual indica que es casi un destino inalterable. Pero Neptuno en el
Ascendente, en un signo común, Géminis, augura la formación de un nuevo
estado de cosas. Está en trígono con Saturno, el que aflige a la mente, y está
mantenido por la energía dinámica de Marte.

Neptuno indica las jerarquías espirituales invisibles que trabajan con y
sobre nosotros, y cuando está colocado en la casa duodécima, es evidente que
pueden esperarse desastres y desastres. Esta posición pone a la persona en
trance de ser presa o víctima de espíritus control; pero el trígono con Saturno y el
sextil con el Sol, Venus y Mercurio, le protegen contra influencias de origen
externo. Así, pues, la persona en cuestión quedó bajo la garra de la incorporación
demoníaca de sus acciones anteriores, la terrible criatura conocida por los
místicos como “Guardián del Umbral”, el cual debe pasar el neófito antes de que
pueda entrar conscientemente en los mundos invisibles.

Esta horrorosa figura hubo extraído su ser de los actos de crueldad
cometidos por el hombre en su vida anterior; se alimentó de los juramentos e
imprecaciones de sus víctimas torturadas y se saturó a sí misma de los olores de
la sangre y del sudor, como es el hábito de los elementales, y era un monstruo en
la más amplia acepción de la palabra. La muerte de su progenitor lo dejó latente;
pero en el nuevo horóscopo natal quedó marcada la hora de la retribución en el
reloj del destino.

Cuando la Luna por progresión alcanzó el punto que Marte ocupaba al
nacimiento en la duodécima casa, su energía galvanizó al monstruo con una
nueva vida y los desastres y dolores del pobre muchacho comenzaron. El odio,
cólera y maldad almacenados en el monstruo, irradiaron sobre él congoja tras
congoja y su naturaleza negativa, indicada por Géminis, quedó encogida bajo los
ataques y embestidas de aquel demonio.

Cuando nosotros lo vimos adoptaba la forma de una masa informe
gelatinosa con muchos ojos grandes y verdosos incrustados en diferentes partes
de su cuerpo. A intervalos de unos cuantos segundos lanzaba fuera de sí una
proyección puntiaguda como una espada desde los puntos más inesperados de su
cuerpo y atravesaban el organismo del pobre muchacho, que permanecía
impotente sobre su lecho. Asimismo, aunque el monstruo no tenía boca con la
cual reír, parecía convulsionado con una alegría y júbilo diabólico viendo el miedo
y el dolor que producía al desgraciado. En otros momentos algunos de los ojos del
monstruo parecían lanzar dardos, proyectados sobre el infeliz, de forma parecida a
la trompa de un elefante, quedando parados dentro del radio de una pulgada de
los ojos de la víctima y contemplándolos fijamente con un poder apremiante y
emplazador de una intensidad pavorosa.

Habiendo muchos y buenos aspectos para auxiliarle, no es probable que
sucumba; y cuando el Sol alcance la conjunción del punto ocupado por Júpiter en
el horóscopo natal, y la Luna haya pasado la cuadratura del lugar del nacimiento
del Sol, puede esperarse que se presenten unas condiciones mejores. En el
entretanto esta pobre alma debe luchar a solas con este demonio autogenerado
por ella. Si sus vicios solitarios no hubieran agotado la vitalidad en la vida anterior,
el nacimiento bajo un signo poderoso le hubiera dado un fuerza mayor de
resistencia física y la victoria se hubiera hecho más cierta.

***

del libro "El Mensaje de las Estrellas" de Augusta Foss de Heindel y Max Heindel


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