viernes, 27 de febrero de 2015

Altruismo


Altruismo
(Lección mensual del estudiante de diciembre de 1.970)
 

            Cuando  Max  Heindel  habló  acerca  de  Cristo,  usó  a  menudo  la  palabra “altruismo”. 
            El ideal de la humanidad en el pasado había sido que la fuerza era un derecho, perpetuando la ley de la supervivencia del más apto. En efecto, hace cincuenta años, la gente  de  los  países  civilizados  aceptaba  todavía  esa  idea,  sin  comprender  que  eso pertenecía únicamente a la forma que el espíritu ocupa. El promover el bienestar de los débiles y enfermos era considerado como una señal de debilidad y, si alguien trataba de usurpar lo que otro llamaba “sus derechos”, éste se consideraba legitimado para en dar los pasos necesarios para eliminar al intruso.

            El  interés  personal,  aunque  desarrollado  inconscientemente,  tuvo  que  ser importante  durante  la  involución  porque,  de  otro  modo,  no  hubiéramos  desarrollado tantas  cosas  como  ahora  tenemos.  En  el  pasado,  todos  los  esfuerzos  habían  estado
concentrados  en  producir  vehículos  que  el  espíritu  pudiese  usar  para  su  desarrollo, desde  una  Chispa  Divina  a  una  Llama  Creadora  Divina.  Y  el  conocimiento  así acumulado será la base de nuestro futuro trabajo creador.

            El  egoísmo,  tal  como  lo  conocemos,  no  apareció  hasta  que  surgimos  de  la atmósfera acuosa de la Atlántida. Comenzamos a vernos nosotros mismos como seres separados  que,  aparentemente  estábamos  comenzando  a  hacer  valer  nuestros  deseos personales, en lugar de vernos como uno solo, como sucedía cuando nuestra conciencia estaba enfocada en los mundos internos. Nos hicimos avaros y quisimos poseer bienes porque,  bajo  Jehová,  esas  posesiones  se  convirtieron  en  señales  exteriores  de  que estábamos viviendo de acuerdo con Sus leyes.

            Respondiendo al rayo marciano, aceptamos un modo de vivir brusco y egoísta, pero, posteriormente,  aprendimos  a responder al  rayo  venusiano y expresamos alguna belleza  y  ternura  en  nuestras  expresiones  y  relaciones;  y,  aunque  todavía  éramos codiciosos, ya no éramos tan brutales. El rayo de Urano nos ayudará a amar en un nivel muy superior, amando inegoístamente, sin exigir reciprocidad, amando porque hacerlo así  es  lo  correcto;  expresando  un  amor  semejante  al  de  Cristo,  abarcándolo  todo  con compasión y anhelo.

            Los grandes cambios ocurren lentamente. El altruismo había estado latente hasta el  momento  en  que  Cristo  obtuvo  completa  posesión  de  la  Tierra,  cuando  Su  sangre fluyó  sobre  el  Gólgota.  Desde  ese  momento,  el  principio  del  altruismo  comenzó  su fermentadora  labor  en  toda  la  humanidad  y,  muy  gradualmente,  aumentamos  nuestra 
área de interés para incluir a alguien más y estar atentos a las necesidades de los demás.

            Cuando comenzamos nuestra jornada evolutiva, como Espíritus Virginales, en el Período de Saturno, la humanidad fue bombardeada por los Señores de la Llama con la idea del germen del cuerpo físico, desde fuera del oscuro globo de Saturno. En cambio, ahora, nosotros, como Egos conscientes de nosotros mismos, estamos siendo saturados desde dentro, con una fuerza divina que estimula nuestro lentamente creciente espíritu altruista, atributo  crístico, como preparación  para nuestro desarrollo  futuro.  A medida que el tiempo pasa, Cristo, por medio de Su benéfico ministerio, atrae más y más éter interplanetario  a  la  Tierra.  Haciendo  así  su  cuerpo  vital  más  luminoso,  acabaremos caminando  en  un  mar  de  luz  y,  cuando  abandonemos  nuestros  caminos  de  egoísmo gracias  al  contacto  con  estas  benéficas  vibraciones  crísticas,  también  nosotros  nos haremos luminosos.
            Puede decirse con relación a la aurora boreal y a sus efectos sobre nosotros, que sus rayos están siendo irradiados por todos los rincones de la Tierra, que es el cuerpo de Cristo,  desde  el  centro  a  la  periferia  y  que,  en  las  partes  habitadas  del  mundo,  son absorbidos por la humanidad,  igual que los rayos  de los espíritus-grupo vegetales son
absorbidos por la flor. Estos rayos constituyen el “impulso interno” que está, lenta pero inevitablemente,  impeliendo  a  la  humanidad  a  adoptar  una  actitud  de  altruismo.  Son rayos  impregnantes que hacen fructificar el alma hasta que, finalmente, tenga lugar la
Inmaculada  concepción y Cristo nazca dentro de cada uno de nosotros. Cuando todos hayamos sido impregnados perfectamente de esta manera, la luz de Cristo comenzará a irradiar de nosotros. Entonces “andaremos en la luz como Él, que está en la luz”.

            El cuerpo vital es el punto de partida de la respuesta de nuestra conciencia a esta influencia comparativamente nueva, ya que es la contraparte del Espíritu de Vida. Por eso,  a  medida  que  aprendemos  a  usar  y  desarrollar  nuestro  cuerpo  vital,  cultivamos cualidades anímicas que son usadas por el Ego.

            La  sangre  es  la  más  elevada  expresión  del  cuerpo  vital.  En  la  humanidad ordinaria,  los  músculos  involuntarios  del  corazón  no  están  bajo  el  control  de  la voluntad.  Lo  mismo  que  digerimos  nuestro  alimento  y  respiramos  sin  esfuerzo consciente. Pero, a medida que la humanidad avance, los músculos cardíacos, de fibras estriadas,  comenzarán  a  adquirir  protagonismo  en  la  proporción  en  que  vayamos
espiritualizándonos  y,  en  consecuencia,  tendremos  más  control  sobre  la  función  del corazón.  En  la  actualidad  no  tenemos  suficiente  conocimiento  que  nos  permita  un
control consciente y, si alguien lo intentase ignorantemente, probablemente moriría. 
            Conforma la sangre pasa por el corazón, ciclo tras ciclo, hora tras hora, a través de toda la vida, graba en el átomo-simiente las escenas que transporta, mientras están todavía frescas, llevando a cabo, de esta manera, un registro fiel de la vida, que queda impresa de modo indeleble sobre el cuerpo de deseos en la existencia post mortem. 
            El corazón está siempre en estrecho contacto con el Espíritu de Vida, el espíritu del amor y la unidad. Por eso es el hogar del amor altruista.

            El Espíritu de Vida es el hogar de Cristo. Cuanto más puro nuestro amor hacia los  demás,  más  elevadas  serán  las  escenas  grabadas  sobre  el  átomo-simiente  y  más doradas las cualidades del alma.

            Una  persona  desarrollada  espiritualmente  puede  controlar  la  circulación  de  su sangre y, si es acometido por pensamientos egoístas, puede retirar su sangre de esa área.
Como resultado, los puntos cerebrales afectados se atrofiarán gradualmente. O sea, que nuestros  esfuerzos  por  desviar  nuestra  mente  de  los  pensamientos  destructivos  e impuros hacia pensamientos puros, iniciará el retiro de sangre del hemisferio izquierdo del   cerebro. Porque,   recuérdese   que, muchas  veces,   pensamientos  errantes  vagan descuidadamente  a  través  de  nuestra  mente  sin  la  más  ligera  resistencia  por  nuestra
parte.  Y  es  interesante  que,  a  su  debido  tiempo,  la  circulación  de  la  sangre  pase al control  absoluto  del  Ego,  bajo  le  égida  del  unificante  Espíritu  de  Vida.  Es  sólo  por
medio de  la  completa  emancipación  de  la  vida  completamente  egoísta,  a través  de  la
actitud motivada por el Amor de Cristo, como el hombre se elevará por encima de la ley y se verá libre de ella, debido a que vivirá perfectamente dentro de ella.

            Con el fin de iniciar este trabajo, comenzamos por desarrollar sólo los hábitos más  útiles,  purificando  el  cuerpo  vital  por  medio  de  intereses que  eleven  el espíritu, inspirando  dentro  de  nosotros  una  actitud  devocional.  Tenemos  que  comprender  que esto  sólo  puede  lograrse  mediante  hábitos  puros,  deseos  purificados  y  pensamientos desarrollados a lo largo de lineamientos, tanto afectivos como meditativos.

            Cuando estemos listos para dar el siguiente paso en nuestra evolución, seremos
asistidos por grandes Potestades que emitirán los estímulos necesarios. En el pasado, las
influencias de Saturno nos obligaron a llegar a nuestro presente punto de civilización. Júpiter contribuye ahora al impulso más reciente despertado por el derramamiento de la sangre de Cristo. Sus rayos estimulan nuestra mente superior, la ente escudriñadora, que llega más allá de lo material y, con el tiempo, nos hará superhombres. 
            Una  de  las  facultades  del  Espíritu  de  Vida  es  la  intuición,  cuyo  cultivo es esencial porque es la comunicación directa del espíritu con el corazón, sin pasar por la mente interrogante ni por el cuerpo de deseos. Esta facultad espiritual está presente por igual en hombres y en mujeres, pero se expresa mejor en Egos encarnados en cuerpo femenino, porque la contraparte del Espíritu de Vida es el cuerpo vital y éste es positivo en  la  mujer.  Mediante  la  manifestación  en  un  cuerpo  femenino,  un  Ego  puede,  en  la actualidad, responder más intensamente a esta cualidad altruista pero, con el tiempo, el mundo  se  amalgamará  en  una  Hermandad  Universal  de  amor,  sin  tener  en  cuenta  ni sexo ni raza ni color.

            El altruismo es un poderoso factor para alcanzar la Iniciación. La vida superior no comienza hasta que no empieza el trabajo sobre el cuerpo vital, y el medio de activar las fuerzas internas es el amor inegoísta.

de Boletín Rosacruz , Nº 34     
Año 2000 Primer trimestre (Enero-Marzo) Fraternidad Rosacruz  Max  Heindel - Madrid

* * *

No hay comentarios:

Publicar un comentario