miércoles, 11 de marzo de 2015

Bebed esta copa en mi nombre



Bebed esta copa en mi nombre
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
(De Rays from the Rose Cross de 1981 y 82)


      Pregunta: ¿Por  qué,  justo  antes  de  la  Crucifixión,  Cristo  pidió  a  sus apóstoles “bebed esta copa en mi nombre”? ¿Cómo es que su espíritu estaba deseoso,  pero su cuerpo, débil? Esto parece venir a confirmar lo que dijo en la cruz: .”Padre  mío, ¿por qué me has abandonado?” Parece como si sus pensamientos hubieran sido  traicionados por Dios, así como por el hombre.

       Respuesta: Es importante analizar los sucesos de la Crucifixión en su contexto espiritual. A través de los años y para mucha gente, ha sido tanto lo que se ha escrito, que Jesucristo ha llegado a ser más una figura humana que divina. Y eso está muy lejos de la verdad. 
            Mucho  antes  de  su  venida  a  la  Tierra,  el  Arcángel  Cristo  era  sabedor  de  que tendría que asumir la dirección de la Tierra desde su interior, en lugar de desde fuera del 
planeta, ya que  estaba  destinado  a ser su Espíritu Planetario. También  sabía que para cumplir ese objetivo, tenía que utilizar durante un corto tiempo los vehículos más puros y avanzados - los de Jesús - para así poder obtener su ingreso en la Tierra, algo que sólo podía realizarse mediante el derramamiento de sangre, vehículo del espíritu en el mundo físico. Así pues, los sucesos que motivaron la Crucifixión, y la propia Crucifixión en sí, no le vinieron por sorpresa, por azar o por casualidad. Sabía que la Crucifixión era la culminación lógica, desde el punto de vista divino, de todo lo realizado anteriormente. Y también sabía que era un punto de partida lógico para su más importante labor, que en aquel momento comenzaba. 
            Así que  creer  que  se preparó para ese suceso momentáneo,  desde el punto de vista del ser humano “deseoso pero débil” es completamente  erróneo. Sabía lo que le estaba reservado y entendía, mejor que la mayoría de la gente, la agonía de siglos que su encarcelación en la Tierra le iba a causar. Había esperado durante mucho tiempo esta hora de autosacrificio cósmico, para el que fue preparado. Cierto que pidió que bebiesen la copa de vino en su nombre, pero eso no puede interpretarse en términos egoístas, sino al contrario: Él estaba pensando en la Humanidad, incluso con la esperanza de que se pudiese encontrar otro camino para aliviar el dolor de los hombres, al ver lo que iba a suceder  en  los  años  siguientes,  gracias  a  las  potentes  corrientes  de  deseos  que  Él transmitiría a la Tierra y su atmósfera para que los humanos luchasen, individualmente, en la  transmutación  de  sus naturalezas  inferiores y aprendiesen a  vivir la  vida que  Él predicó. 
            Hemos de tener en cuenta, además, que Jesu-Cristo era un ser compuesto de un arcángel  y  un  hombre.  Y  que  éste  estaba  en  plena  evolución,  con  ser  el  más evolucionado  de  los  hombres.  De  ahí  esas  palabras:  “Padre  mío,  ¿por  qué  me  has abandonado?”  que  tanto  han  hecho  pensar  a  todos  los  comentaristas.  No  significaron más que la queja de la naturaleza inferior de Jesús a su Espíritu, al ser desechada en el momento  de  recibir  aquél  una  elevadísima  Iniciación  que  le  permitió  seguir  su evolución  prescindiendo  de  sus  cuatro  vehículos  inferiores,  ya  totalmente espiritualizados. En realidad, mientras su yo inferior estaba quejándose del abandono de que estaba siendo objeto, su Yo Superior estaba exclamando: “Padre mío, ¡cómo me has  glorificado!”


Boletín Nº 37 AÑO 2.000 - CUARTO TRIMESTRE 
(Octubre-Diciembre) FRATERNIDAD ROSACRUZ  MAX HEINDEL (MADRID) 

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