martes, 22 de diciembre de 2015

¿Por qué hay oraciones que no trascienden?


¿POR QUE HAY ORACIONES QUE NO TRASCIENDEN?

Alguien dijo: “La oración cambia las cosas”. Sin embargo debió haber dicho: “La oración puede cambiar las cosas”. El cambio depende en gran parte de la oración misma.
Por medio del Profeta Oseas, Dios señala la ineficacia de algunas oraciones. “No clamaron a mi con  su corazón”. (Os. 7:14)
En aquella misma época, Isaias se lamentó delante de Dios.  “Nadie hay que invoque tu nombre que se despierte para apoyarse en Ti”. (Is. 64:7).
La oración tiene como propósito el establecer contacto con Dios, comunicarse con El y cuando fuere apropiado, recibir de El la respuesta. Este propósito no se logra cuando se hace sin sentimiento o con indiferencia. “La ferviente oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho”. (Santiago 5:16)
Jesús nos enseñó a orar. Un día uno de los discípulos de Jesús le dijo: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1)  Jesús respondió a la petición dando un bosquejo sobre lo que se podía pedir en oración. (Vers. 2-4)
En el mundo Cristiano a este modelo de oración se le llama el “Padre Nuestro”. Cabe notar, sin embargo, que cuando Jesús dijo estas palabras no estaba orando, sino que les estaba indicando a Sus discípulos la manera de cómo debían orar: “Vosotros, pues, orareis así…” (Mateo 5: 9-13). Jesús les dio a continuación un principio muy importante para la eficacia de la oración. (Lucas 11)
Puso el ejemplo de un hombre que en medio de la noche vino donde su amigo para pedirle tres panes porque le había llegado visita que no esperaba. La respuesta a su petición fue soñolienta y negativa, pero el hombre no se dio por vencido y siguió pidiendo. Finalmente el vecino se levantó y le dio los panes que necesitaba. (Lucas 11: 5-8)
Jesús explicó: “Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser  su amigo (de igual manera Dios no siempre responde a nuestras oraciones basándose únicamente en la calidad de nuestra relación con El, la manera como oramos es un factor determinante) sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. Y yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallareis; llamad y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe y el que busca halla y al que llama se le abrirá”.  (Lucas 11: 8-10)
Dios a veces responde afirmativamente y con presteza. A veces es evidente que la respuesta es: “Todavía no”.  O simplemente “No”. Dios sabe cual es el mejor momento para satisfacer una petición y no siempre está tan de prisa como lo estamos nosotros.
Por otra parte, no hay nada de malo en razonar con Dios. El mismo nos dice: “Venid pues y razonemos juntos” (Isaias 1:18).
Abraham presentó argumentos cuando Dios se disponía a destruir a Sodoma. El resultado fue que Dios le prometió que no destruiría la ciudad si hallaba en ella tan solo a diez personas justas. (Génesis 18: 23-33)  Moisés razonó con Dios cuando el pueblo de Israel se rebeló en el desierto. Dios los iba a destruir por su idolatría, pero cambió de idea gracias a la intercesión de Moisés. (Éxodo 32: 9-14)
La actitud correcta. La facilidad de nuestra comunicación con Dios, está en proporción directa con nuestra sumisión a El. Por ejemplo, si una persona se dedica, a sabiendas, a pensar o actuar en forma pecaminosa, no puede presentarse ante Dios con su conciencia limpia e implorar con fe inquebrantable que responda a su petición.
El apóstol Juan explicó este principio: “Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios. (nuestro corazón no nos reprende si hacemos lo que es recto) y cualquier cosa que pidiéramos la recibiremos de El, porque guardamos su mandamiento y hacemos las cosas que son agradables delante de El”.  (1 Juan. 3: 21-22)
En Efesios 6:18 el Apóstol Pablo nos dice que “oremos en todo tiempo”. Esto no significa que tenemos que hablar con Dios en cada instante del día. Ni siquiera Jesucristo hizo esto. Sin embargo, El tenía siempre una actitud correcta – una conciencia sin mancha delante de Dios – de manera que podía hablar directamente con Su Padre Celestial en cualquier momento.
En cierta ocasión Jesús empezó a orar de repente: “Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes” (Juan 11: 41-42)
¿Cómo sabía Jesús esto? ¿Por qué Dios le oía siempre? Porque Jesús hacía siempre lo que era del agrado de Su Padre. (Juan 8:29)
Dios dice de aquel que quiere obedecerle: “Por cuanto en Mi ha puesto su amor, yo también lo libraré…Me invocará y yo le responderé”. Salmos 91: 14-15)
Dios se pone a nuestro alcance. En realidad “El no esta nunca muy lejos de cada uno de nosotros”. (Hechos 17:27)
La oración es un contacto dinámico con el Creador del Universo, no un formulismo ritual y vacío. “Por nada estáis afanosos, sino que sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con acción de gracias”. (Filipenses 4:6) Así recibimos la paz interior que nos da Dios, la cual “sobrepasa todo entendimiento. (vers. 7)
Debemos dar sentido y sentimiento a nuestras oraciones. Veremos que bien valen la pena si nuestro propósito es que Dios las escuche.-

ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE CRISTIANOS
MÍSTICOS MAX HEINDEL
Colombres 2113 – Bº Lomas de San martín
5.008 – Córdoba – República Argentina


 Agradecemos al Sr. Raúl sasia, por este aporte

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