domingo, 31 de enero de 2016

El Cuerpo de Deseos


EL CUERPO DE DESEOS


El cuerpo de deseos está compuesto de materia de las siete subdivisiones del Mundo de Deseos, pero dependiendo del grado de desarrollo tendrá más de una que de otra. Este cuerpo renueva constantemente su materia y vibración por medio de los deseos, pasiones, emociones, etc., de tal manera que un simple sentimiento o deseo de obrar con humildad o altruismo originará cierto grado de vibración en el cuerpo que será la que atraiga materia más elevada del propio mundo. A la vez que nuestros buenos sentimientos y deseos transforman nuestros cuerpos hacia el bien, también expulsan materia de la que se sitúa en las regiones purgatoriales, lo que facilita el proceso de renovación e incluso la atracción de elementales y otros aspectos benéficos que nos rodean. El desarrollo moral y espiritual conceden cierta potencia luminosa y corrientes de color, pero esto puede variar dependiendo si el individuo se deja llevar y responde a las influencias externas o impone su voluntad para practicar el bien.
Aunque la ciencia ha llegado a detectar cierto grado de materia más allá del átomo, lo cierto es que no tenemos conciencia nada más que de lo que es sólido, líquido y gaseoso, pero no ocurre lo mismo respecto a ciertas energías cuyas vibraciones son más elevadas que lo que normalmente vemos. Un ejemplo de ello es el aire, la electricidad, el calor, el magnetismo, etc., normalmente se dice que somos conscientes sólo de las formas cuyas vibraciones son capaces de percibir nuestros ojos pero, lo mismo que un invidente no puede decir que no existe la luz por el simple hecho de no poder verla, así mismo tampoco es muy razonable que la mayoría de las personas piensen que no pueden existir otros mundos de diferente grado de vibración o “materia” más sutil que la nuestra de donde estén formados nuestros cuerpos invisibles. Lo cierto es que el Ego atrae cierta cantidad de materia de esos mundos (etérico, de deseos y del pensamiento) para formar sus cuerpos superiores y así poder estar en comunicación con ellos por medio de sus deseos, sentimientos y pensamientos.
La única diferencia entre una persona y otra es que cuando al renacer atraemos materia para formar nuestros cuerpos, sólo se podrá atraer y utilizar la que tenga una vibración que esté en sintonía con el desarrollo espiritual de cada uno. Es decir, si una persona no ha desarrollado elevados sentimientos y, por el contrario, en sus últimas vidas sólo se ha preocupado de él mismo, no podrá atraer materia de las regiones superiores del mundo del deseo hasta que no se lo merezca por haberlo desarrollado por medio de la práctica altruista y fraternal voluntaria. Así es que, con el cuerpo físico adquirimos experiencias y evolucionamos en el mundo físico; con el cuerpo de deseos obtenemos experiencias y conocimientos y estamos en contacto con el Mundo del Deseo donde podemos evolucionar elevándonos a las regiones superiores por medio de los deseos y sentimientos elevados. Y lo mismo respecto al cuerpo mental el cual pertenece al Mundo del Pensamiento concreto y con el que razonamos e intentamos imponer la razón sobre el aspecto animal o inferior del cuerpo de deseos.
Ya hemos dicho que el Ego se manifiesta a través de la voluntad, la que intenta imponer sobre la mente para no permitir que los deseos, sentimientos y pasiones la dominen y así actuar en el mundo físico. Si esto es así significa que el Ego está en alguna región por encima de la mente concreta con la que razona. Pues bien, ese lugar lo podríamos definir como las regiones abstractas del Mundo del Pensamiento, es decir, donde se originan las ideas, inventos y descubrimientos que la humanidad en su desarrollo va alcanzando. Lo que significa que un invento no es tal sino que es un descubrimiento que está en el destino de esa persona y que en un momento dado su Ego se la facilita para que sirva como medio de progreso a la humanidad.
Dijo San Pablo: “No hago el bien que deseo, más sí el mal que no quiero.” Hace unos millones de años la humanidad aún no tenía mente, (cuerpo mental) se encontraba en un estado de conciencia similar al de los animales domésticos actuales y, por tanto, se guiaba por su instinto, sus deseos y pasiones para sobrevivir y para conseguir egoístamente todo lo que podía. Desde que las Jerarquías superiores (las que la iglesia católica llama Ángeles, Arcángeles, etc.) nos dieron el germen de lo que hoy llamamos mente hasta nuestros días, la hemos desarrollado en un grado muy elevado pero siempre, y aún nos queda mucho más, hemos estado en lucha con el cuerpo de deseos para no dejarnos dominar por él. Nuestro deber, como Espíritus evolucionantes a través del renacimiento, es dominar y dirigir nuestros cuerpos, y es precisamente el cuerpo de deseos el que actualmente nos cuesta más porque nos incita hacia el egoísmo y el materialismo. Pero si queremos acelerar nuestro desarrollo para no tener que renacer muchas veces más, debemos espiritualizar este cuerpo de deseos utilizando voluntariamente la mente para discernir entre lo bueno y lo malo y practicar lo bueno pensando más en los demás que en nosotros mismos. A esto se refería San Pablo, si nos dejamos llevar por el cuerpo deseos (deseos y sentimientos negativos, pasiones, etc.) y no sabemos utilizar la voluntad para discernir y actuar positivamente, no acortaremos renacimientos ni tiempo en el Purgatorio.
El cuerpo de deseos representa nuestra naturaleza de deseos y emocional, las pasiones, sensaciones e instintos que debemos purificar para que en la próxima reencarnación podamos tomar materia más espiritualizada del Mundo de Deseos para formar este cuerpo. Pero también gracias a él recibimos, en forma de sentimiento, lo que percibe o siente nuestro cuerpo físico y nos facilita el incentivo para actuar, o lo que es lo mismo, para evolucionar. Después de la muerte, este cuerpo toma la forma o imagen del cuerpo físico para ir al purgatorio donde estará un tiempo según se haya espiritualizado en mayor o menor grado su materia (la personalidad o carácter) Si intentamos actuar como lo haría nuestra Alma, si nos identificáramos con ella y con su buena voluntad, comprenderíamos que de nada sirve dejarnos llevar por el aspecto inferior del cuerpo de deseos por mucho placer que nos cause. Deberíamos discernir más ante las circunstancias y decisiones respecto al progreso o retraso que nos puede causar si no actuamos como lo que verdaderamente somos, un hijo de Dios. El Alma es sabia porque ha recopilado la quintaesencia de todas las encarnaciones y ella intenta manifestarse a través de lo que llamamos “conciencia”, si la escuchamos en momentos de relajación y meditación nos hablará claramente.
Lo mismo que el cuerpo físico necesita alimentarse para vivir y lo mismo que el cuerpo etérico también se alimenta de los éteres solares, también al cuerpo de deseos hay que alimentarle con deseos puros y sentimientos elevados si queremos purificarle. Pero tan importante como eso es no complacerle cuando nos incita a satisfacer pasiones y otros deseos que nos hacen caer en malos hábitos. Cada vez hacen más películas donde se describe con bastante exactitud lo que ocurre después de la muerte, alguna de ellas son, por ejemplo, “El sexto sentido” “Los otros” “Más allá de los sueños” y “Ghost”, quien haya visto esta última se acordará de aquellas imágenes en las que un muerto estaba desesperado porque no podía fumar; esa es la realidad, el cuerpo de deseos actúa igual que aquí aún después de la muerte, de ahí la necesidad de dominar a este gran “tentador” en vez de permitir que él nos domine a nosotros.
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