jueves, 28 de enero de 2016

“Id al mundo y predicad el evangelio a toda criatura"



PREGUNTA Nº 118:  En una de vuestras conferencias dijisteis que era un error enviar misioneros a los otros países; que las religiones practicadas por los llamados paganos son buenas para ellos actualmente y que, sin embargo, esos misioneros han hecho poco daño, ¿Cómo explicáis, entonces, la orden de Cristo a sus apóstoles: “Id al mundo y predicad el evangelio a toda criatura?

Respuesta: El significado de las palabras de Cristo depende evidentemente de la interpretación que se dé a la palabra “mundo”, Si por este término se comprende toda la Tierra, no estaría mal el enviar misioneros a todos los países; pero la Biblia dice que los discípulos que recibieron esa orden volvieron después de cumplir su misión, demostrando así que esa orden no pudo haberse referido a toda la tierra. La palabra “mundo” debió más bien haberse interpretado como ‘constitución política”, que también se encuentra en los diccionarios como otro significado de la misma expresión: el mundo. En tiempo de Cristo no se conocía todo el mundo, Encontramos aún hoy en día que el cabo más occidental de España se llama Cabo Finis-terre: el fin de la tierra. Por consiguiente, dicha palabra, en el tiempo en que Cristo dio aquella orden, no podía incluir a toda la tierra tal como hoy la conocemos. Nuestra afirmación no es, pues, contraria a la Biblia. Es erróneo el mandar misioneros a los pueblos que llamamos paganos, porque su desarrollo es todavía tal que no les permite comprender una religión que habla del amor al prójimo, una religión que ni nosotros siquiera hemos aprendido aún a practicar. Además, si los grandes Ángeles del Destino que tienen a su cargo la evolución humana son capaces de juzgar nuestras necesidades y de colocar a cada uno en el alrededor ambiente cuyas influencias sean más conducentes al progreso, debemos también creer que dan a cada nación la religión más apropiada para su desenvolvimiento. Por consiguiente, cuando un hombre ha sido colocado en un país en el que se enseña la religión cristiana, esa religión tiene el ideal por el cual deberá luchar él, pero tratar de imponerla a otros pueblos que han sido colocados en otra esfera diferente es querer que nuestro juicio sea superior al juicio de Dios y sus ministros, los Ángeles del Destino. Sin embargo, como ya hemos dicho, los misioneros cristianos han hecho poco daño a los pueblos que han visitado, pero hubieran hecho mejor si se hubieran quedado en casa. No necesitamos salir de casa para encontrar idólatras que necesiten ser instruidos en las enseñanzas bíblicas. El profesor Wilbur L. Cross, de Yale, dice, por ejemplo, que en una clase de cuarenta estudiantes ni uno solo pudo indicar el lugar de Judas Iscariote; que tenía un estudiante judío que jamás había oído hablar de Moisés y que, en contestación a una pregunta referente al Pilgrim’s Progress, la mejor respuesta obtenida fue que era la base de la historia de la Nueva Inglaterra. Si los misioneros fueran, más bien, a ponerse en contacto con esos fieles, quizás pudieran hacer un bien mucho mayor.
Más daño causan, sin embargo, los misioneros que vienen del Oriente y que tratan de hacer prosélitos para el hinduismo y otras antiguas religiones, porque muy a menudo esos hindúes enseñan ejercicios respiratorios que provocan la locura o la consunción, debido a que nuestros cuerpos occidentales no se prestan a tales prácticas. Es mucho más seguro permanecer en la religión de nuestro propio país, estudiarla y practicarla, dejando a las demás naciones el privilegio de hacer otro tanto en lo que concierne a sus propias religiones.

Max Heindel
FILOSOFÍA ROSACRUZ EN PREGUNTAS Y RESPUESTAS TOMO PRIMERO


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