lunes, 30 de mayo de 2016

¿Hemos nacido bajo una estrella favorable?


CAPÍTULO III
¿HEMOS NACIDO BAJO UNA ESTRELLA FAVORABLE?

Si el lector ha mirado a un calidoscopio y los dibujos formados allí por la multitud de piezas pequeñas de colores diferentes, habrá visto el modo en que la más pequeña perturbación produce cambios en los dibujos. Así también comprenderá que debe ser casi imposible el hacer un duplicado de cualquier dibujo, pues no importa las vueltas que se le den, siempre habrá una variedad en él.
De igual modo cuando miramos al cielo noche tras noche vemos dibujos distintos entre los planetas; en efecto, tal es la variedad de los cambios que ocurren entre ellos que será imposible el duplicar la posición relativa que mantienen entre sí en este momento, hasta que hayan transcurrido 26.000 años aproximadamente. Así, pues, en el calidoscopio planetario hay, por decirlo así, una infinidad de dibujos. Cuando comprendemos que los seres humanos entran en el mundo constantemente y que cada uno de los seres está estampado por su primera respiración con los dibujos planetarios que entonces existen en el cielo, comprenderemos que cada uno debe estar diferentemente constituido que los demás. No puede crear ninguna confusión en nuestra mente esta manifestación acerca de las influencias estelares cuando consideramos que las ondas inalámbricas de diferentes longitudes y de diferentes tonalidades enviadas por un instrumento pequeño hecho por el hombre pueden ser sentidas y registradas mediante operaciones mecánicas, las cuales implican gastos de energía, a miles de millas de distancia de su origen. Las vibraciones planetarias de aquellas grandes órbitas de los cielos se dejan sentir asimismo a millones de millas de distancia, tan seguramente y tan fácilmente y con igual certeza. Nosotros sabemos que el ángulo del rayo solar determina las estaciones de verano y de invierno.
También conocemos el efecto de la Luna sobre las aguas y es una experiencia de todos nosotros que nos sentimos mucho más animados cuando la atmósfera es clara y seca que cuando es nebulosa y húmeda. Entonces, ¿qué es lo que determina esta condición atmosférica sino los planetas, las estrellas celestiales?
Cuando miramos a este calidoscopio planetario de vez en cuando, vemos en los cielos diferentes configuraciones, las cuales son pronunciadamente favorables o adversas con arreglo a los planetas que la forman: si son entre los que llamamos benéficos tales como Venus, Júpiter y el Sol, o entre los planetas llamados de naturaleza adversa como Saturno, Marte y Urano. Cuando Mercurio y Venus están en estrecha conjunción cerca del Mediocielo, es una conclusión terminante la de que aquéllos que vienen al mundo bajo esta configuración estarán dotados de una cantidad de buena fortuna mucho mayor que el término medio y que tales personas serán consideradas por lo tanto como “afortunadas” en extremo. Por otra parte hay ocasiones en que Saturno y Marte ocupan la posición del cenit para almas que han nacido para sufrir.
Pero, ¿por qué hay unos que deben sufrir y otros han nacido bajo una estrella favorable? ¿Por qué las estrellas dan buenas fortunas a unos y desgracias a otros, y si nosotros hemos nacido para “gozar”, ya seamos buenos o malos, cuál es el incentivo del esfuerzo individual? Si hay una ley en la naturaleza la cual esté establecida más allá de toda duda, es seguramente la ley de Causa y Efecto.
Cada causa debe producir un efecto adecuado y nada de lo que nosotros vemos como un efecto puede ser sin haber tenido una causa anterior. Además, si ésta es una ley universal debe aplicarse a las condiciones del nacimiento así como a la vida subsiguiente.
Siguiendo estas ideas la cuestión que se plantea es ésta: si nuestro nacimiento bajo una estrella afortunada o de un efecto contrario es el resultado de alguna causa anterior, ¿cuál puede ser ésta y cuándo y cómo fue generada? Para esta pregunta puede haber solamente una contestación: la de que nosotros debemos haber producido estas causas en alguna existencia previa, las cuales ahora hacen que nuestro nacimiento ocurra bajo una estrella afortunada o adversa. De modo que por inducción la creencia en la Astrología requiere una creencia en la existencia previa, así como en vidas futuras, porque a la vez que nosotros estamos cosechando por nuestro horóscopo los efectos de nuestra vida pasada, asimismo por nuestros actos ponemos los cimientos para un nuevo horóscopo, los cuales, a su vez, se manifestarán en una nueva vida.
“Cuan estrechamente unida está la suerte al mérito, es cosa que al tonto no se le ocurre. Si éste tuviera la piedra filosofal, yo aseguro que la tal piedra no tendría al filósofo”.
Así dice Mefistófeles sarcásticamente en “Fausto” y esto es verdad. Si nosotros hemos nacido bajo una estrella favorable esto nos indica que hemos ganado tal buena fortuna exteriorizada por ella, por los buenos pensamientos, bondades y otras virtudes semejantes expresadas en vidas anteriores, puesto que nosotros no podemos tener amigos a menos que seamos amigos de nosotros mismos o de que sintamos amistad por los demás. Si ocurriera que se hallase Saturno o Marte en lugar de Júpiter o Venus cerca del cenit indicaría que en el pasado nosotros no hemos sido bondadosos ni hemos sentido amistad o, de lo contrario nosotros no podríamos expresar estos trazos opuestos. Pero es este el punto precisamente en el que el estudio de la Astrología nos puede ayudar. Nos indica nuestras limitaciones para el presente y nos señala los remedios de una manera obvia y el modo en que podemos edificar para el futuro.
¿Puede el leopardo cambiar su piel? ¿Puede el león cesar de perseguir a su presa? Absolutamente imposible. ¿Puede la flora dejar de brotar sus capullos o el mineral de cristalizarse? Ciertamente que no, porque todo esto son leyes, las cuales son tan inmutables como la ley de los medos y persas. Aquéllos no tienen ni elección ni prerrogativas sino que deben obtener los dictados del espíritu grupo el cual os guía en el sendero de su evolución.
Pero en este respecto nosotros diferimos radicalmente de aquéllos de los reinos inferiores, porque nosotros tenemos ambas facultades: elección y prerrogativas. Nosotros podemos hacer todo lo que nosotros queramos y como éste es un factor que nunca se manifiesta en el horóscopo, es un factor que puede hacerse que juegue un papel importante en todas las vidas.
No es suficiente el haber nacido bajo una estrella afortunada para tener una vida feliz: el horóscopo mostrará sólo la tendencia y la persona que esté tan bien dotada tendrá sin discusión una abundancia de oportunidades para hacer su vida afortunada en un grado muy elevado. Pero solamente por lo que haga para aprovecharle de estas oportunidades, podrá convertirse en realidad aquello que esté preindicado en el horóscopo. Y de igual modo la persona que esté afligida por la conjunción de los planetas maléficos en el Mediocielo o en cualquiera otra parte del horóscopo. Por su voluntad y por el uso de la elección que son sus derechos de nacimiento divinos puede regir sus estrellas y hacer de un horóscopo desgraciado una vida fructuosa desde un punto de vista mucho más elevado que la del otro. La barca que ha sido zarandeada por los furores de una tempestad siente una alegría cuando alcanza los puertos de seguridad que no puede sentir nunca el barco que ha navegado en mares tranquilos o risueños.

“Quien jamás comió su pan en la tristeza;
Ni nunca con angustias las horas nocturnas pasó
Aguardando anhelante del alba la llegada,
Aquél no conoce aún sus poderes celestiales”.

Desde el punto de vista superior aquéllos que están viviendo una vida de lujo pueden ser dignos de compasión cuando sus estrellas favorables les dan todas las cosas buenas de este mundo y les hacen olvidar que son usufructuarios y administradores y que ha de llegar el día en el que sus almas tendrán que rendir cuentas para responder del modo en que han desempeñado su administración.
Entonces se verán forzados a confesar que han fracasado en el uso de los elementos confiados a ellos y que no los han aplicado en la manera debida, mientras que otros que están bajo todas las calamidades de la vida, manifestadas bajo las oposiciones y cuadraturas de sus horóscopos, han alcanzado mediante el influjo de sus estrellas adversas una parte de la victoria. ¡Por qué entonces maravillarnos de que el más elevado de todos los mensajeros, las estrellas celestiales, tomen del administrador infiel lo que tiene y se lo dé a los otros cambiando la adversidad del último en la prosperidad en vidas posteriores! De este modo el péndulo de suerte y de desgracia, el éxito y el fracaso, va y viene durante muchas vidas hasta que aprendamos a construir nuestra propia “suerte”, dominando nuestras estrellas.

“Un Dios puede amar sin cesar,
Pero bajo las leyes de la alternativa,
los mortales necesitamos, en medida variable,
Nuestra porción, tanto de penas como de dolor”.

Y es esta necesidad del cambio que no es suministrada por las estrellas circulantes que forman configuraciones que nosotros llamamos buenas o malas, aunque esto no es así desde un punto de vista superior; pues no importa la bondad de un horóscopo, porque por la progresión de las estrellas las configuraciones adversas es seguro que vendrán y, por el contrario, no importa cuan adverso sea un horóscopo, habrá siempre nuevas oportunidades para el bien, las cuales se manifestarán bajo los aspectos del Sol, Venus y Júpiter con nuestros planetas al nacimiento. Todo lo que nosotros debemos hacer es aprovechar las oportunidades y ayudar a nuestras estrellas para que ellas nos ayuden a nosotros.

del libro "El Mensaje de las Estrellas" 
de Augusta Foss de Heindel y Max Heindel


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