viernes, 6 de mayo de 2016

La Cruz de la Vida



LA CRUZ DE LA VIDA
(Del editorial de Rayos de la Rosa Cruz de 
marzo-abril de 1.999)

       Según una Antigua Leyenda, Adán, antes de verse forzado a abandonar el Paraíso, tomó tres ramitas del Árbol de la Vida, que luego Set, su hijo, plantó y crecieron y se convirtieron en árboles.
      Con una rama de uno de ellos se hizo, más tarde, la vara de Aarón, con la que obró sus milagros ante el Faraón. El segundo, se llevó al templo de Salomón con la intención de hacer una columna o acomodarlo en algún lugar; más no fue posible hallar tal emplazamiento, y se utilizó para construir un puente sobre un arroyo, fuera del templo. El tercer tronco se utilizó para hacer la cruz de Cristo, y sobre ella sufrió por nuestra causa, siendo luego liberado, para ir al centro de la tierra y convertirse en el espíritu del planeta en el que ahora gime y sufre hasta el día de Su liberación.
      Esta antigua leyenda contiene un profundo significado oculto:
  El primer tronco representa el poder espiritual de las Jerarquías Divinas, que se usaba para nuestro bien, cuando la humanidad estaba en su infancia.
      El segundo estaba destinado al templo de Salomón. Nadie podía apreciarlo sino la Reina de Saba. No se le pudo encontrar emplazamiento adecuado porque el templo de Salomón era el summum de las artes y oficios, y en una civilización material, lo espiritual no es apreciado. Los hijos de Caín, están trabajando por su salvación a lo largo de lineas materiales, y por lo tanto no les encuentran aplicación a los poderes espirituales. De modo que "se empleó como puente sobre el arroyo”. Pero hay almas, verdaderos masones, capaces de usar tal puente, que conduce de lo visible a lo invisible, para regresar al Jardín del Edén, al Paraíso.
        Del tercer tronco se hizo la cruz de Cristo. Subiendo a la cruz, Cristo obtuvo la liberación de su existencia física, y entró en mayores esferas. Del mismo modo, nosotros, cuando tomamos la cruz y le seguimos, desarrollamos el poder del alma y entramos en una esfera de mayor utilidad en el mundo invisible.
      Que podamos esforzarnos continuamente para, un día no muy lejano, subir a nuestra propia cruz y, desde allí, obtener la gloriosa liberación, la Resurrección de la vida de la cual Cristo fue y es el primer fruto de cada alma creyente. Este es el real y verdadero mensaje de la Pascua, y cada uno de nosotros debería comprender que es un Cristo en formación y que, cuando de verdad el Cristo nazca internamente en nosotros, ese Cristo nos mostrará el camino hacia la cruz. Y podremos pasar del Árbol del Conocimiento, que nos produjo la muerte, al Árbol de la Vida, del cuerpo vital que nos dará la inmortalidad.

(Max Heindel)

Agradecemos al Sr. César Lillo Arellano, por este aporte.

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