viernes, 29 de julio de 2016

Maestros e Iniciación

PREGUNTA Nº 70:  MAESTROS E INICIACIÓN
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¿Por que los ocultistas nos hablan de Maestros e Iniciadores, mientras que otras escuelas -místicas- parece que indican que el hombre se puede enseñar a sí mismo y llegar a Dios sin la necesidad de Iniciación y Maestros? ¿No puede el hombre alcanzar la conciencia del “Yo” sin esas cosas? ¿Las Iniciaciones se relacionan solamente con el desenvolvimiento de los poderes latentes en el hombre? ¿Hay Iniciaciones en el misticismo? ¿Son las mismas que en el ocultismo?

Respuesta: Si todos nacieran con el mismo temperamento, solamente sería necesario un camino para ellos. Todos necesitarían las mismas experiencias con el fin de elevar nuestra conciencia y unirnos a Dios. Sin embargo, como cada uno es fundamentalmente diferente de los demás, las experiencias básicamente difieren de las de los demás y ciertas grandes líneas de demarcación son necesarias con el fin de obtener los resultados deseados para todos. Por consiguiente, hablando estrictamente, existen tantos caminos hacia Dios como hay espíritus separados en evolución.
Hablando en líneas generales, hay dos: uno que conduce a la unión por la fe, y el otro que es el camino de la salvación por las obras. En cierto punto convergen estos dos caminos, y el que ha estado creciendo por la fe encuentra que es necesaria también la acción, mientras que la persona que se ha estado desarrollando por las obras, apartado de la fe, se encuentra compelido por la experiencia en la presente condición, a lograr también fe. Una persona puede aprender a hablar un idioma extranjero por medio de la gramática y ayudas similares, aunque no hubiera nunca visitado el país donde se habla ese idioma; pero es probable que su pronunciación haga ininteligible lo que dice para un nativo. Sin embargo, con la ayuda de alguien que haya visitado el lugar, puede aprender más eficientemente y en menos tiempo.
Igual pasa en la vida mística. Hay algunos que han progresado mucho más que otros, quienes han visitado las regiones del alma y que también han logrado la mística unión con Dios, y su ayuda es de inestimable valor para aquellos que se están esforzando en hollar el sendero.
Habiendo ido primero, están capacitados para dirigir inteligentemente al investigador, aunque por supuesto, el investigador es quien tiene que dar cada paso del camino. A los pasos en el Sendero comúnmente se les conoce como Iniciación. Una ilustración ayudará a hacer más claro el asunto. Supongamos que Dios se encuentra en el pináculo de una elevada montaña, y que la humanidad se encuentra dispersa en el llano. Desde el pie de la montaña, una espiral la circunda en dirección a la meta que se encuentra en la cima. Este es el camino de la evolución seguido por la gran mayoría de la humanidad, quien de ese modo gradualmente sube las laderas hacia la cima sin esfuerzo alguno perceptible. Sin embargo, existe también una escalera que conduce directamente desde la base a la cúspide. Esta es la senda de la Iniciación que es ascendida por grandes y conscientes esfuerzos. La senda en espiral de la evolución cruza la escalera de la Iniciación en diferentes puntos. Así, algunos que todavía se encuentran en el sendero de la evolución, digamos, los pioneros, pueden avanzar más hacia la verdad que aquellos que han avanzado en la senda de la Iniciación desde una espiral inferior. Pero estos últimos, por supuesto, alcanzaran un nivel superior si perseveran. Las razas más rezagadas de Oriente entran a la Senda de la Iniciación en un punto inferior al ya alcanzado en la evolución por los pioneros. Siendo más jóvenes, y por consiguiente también más débiles, realmente les es más necesario tener un Maestro que los auxilie en la primera parte del escabroso camino, que a aquellos que han llegado al estado evolucionario común a la gente del Occidente.
También, mientras más alto llegamos, ya sea por Evolución o por Iniciación, vemos con más claridad la luz que alumbra desde la cima, que es Dios, y por medio de ella nos fortalecemos mucho más, y nos capacitamos mejor para caminar y subir solos.
Por lo tanto, después de un tiempo, es innecesario tener Maestros para ayudarnos, y su lugar es entonces tomado por los Hermanos Mayores, conocidos en el mundo Occidental como amigos y consejeros. El Maestro oriental urge a su pupilo, lo elogia cuando se porta bien, y lo castiga cuando es negligente. En el Occidente, los Hermanos Mayores nunca obligan, nunca elogian, ni tampoco censuran. El impulso tiene que venir internamente del discípulo, y ellos le enseñan a juzgarse a sí mismo. En ciertos estados del camino le piden que escriba opiniones imparciales de su propia conducta, de manera tal que pueda saberse hasta dónde ha aprendido a juzgarse correctamente. Así, en todo sentido, ellos lo educan para mantenerse sobre sus propios pies, sin tener que atenerse a ellos o a cualquiera otra persona. Pues en relación con la altura que alcancemos, así sería el desastre de una caída; y sólo en la medida que cultivamos el equilibrio y confianza propia, aunado con el entusiasmo por la devoción, estamos capacitados para seguir adelante.
Ahora, consideremos estas Iniciaciones: no existe ceremonia alguna relacionada con la verdadera Iniciación. El ceremonial elaborado de las órdenes pseudo-ocultas como se ven hoy en el mundo visible, o el de las órdenes fraternales, o el de las iglesias, no se parece en ningún sentido a la verdadera Iniciación. esta no tiene lugar absolutamente en la región física, y no existe ningún ceremonial relacionado con ella. Tampoco consiste en un ritual leído por alguien, ni en conferencias o prédicas o cualquier otra cosa de esa naturaleza. No se habla una sola palabra durante el proceso. Eso es lo que sé de los grados inferiores que ya he pasado, y sería contrario a la razón suponer que tales medios se usen en los superiores. Más aún, habiendo tenido conversaciones con Hermanos Legos que han llegado a grados superiores, la verdad de esa suposición es corroborada por sus palabras.
En este hecho se tiene una muy buena razón del por qué los secretos de la verdadera Iniciación no pueden ser revelados. No es una ceremonia externa sino una experiencia interna. El Iniciador, habiendo ya desarrollado la conciencia pictórica externa del Período de Júpiter, fija su atención sobre ciertas verdades cósmicas, y el candidato que ya se ha capacitado para la Iniciación por el desenvolvimiento de ciertos poderes internos (que sin embargo todavía están latentes), es como un diapasón de igual tonalidad que vibra con las ideas enviadas en forma de cuadros por el Iniciador. Por lo tanto, no sólo ve los cuadros -los que cualquiera puede ver-, sino que es capaz de responder a la vibración. Vibrando con el ideal presentado por el Iniciador, el poder latente dentro de sí se convierte entonces en energía dinámica y la conciencia queda elevada al siguiente grado en la escala de la Iniciación.
Esto puede sonar abstruso a la primera lectura, pero si se lee una y otra vez hasta haber dominado la idea, se habrá llegado a la descripción más cercana de lo que es la Iniciación, y hasta dónde es posible informar a quien no la ha experimentado por sí mismo. No hay tampoco secreto alguno en relación con el cuadro, en el sentido que no deba uno decirlo, pero es secreto en virtud de que no existen palabras apropiadas que puedan expresar debidamente en lenguaje material, esta experiencia espiritual. Es verdad que la Iniciación tiene lugar en un Templo particularmente dispuesto para las necesidades de cierto grupo de individuos que vibran en determinada octava, y que hay otros que están presentes, no obstante, reitero que no es lo que pudieren hacer o decir lo que constituye la Iniciación, sino que ésta es una experiencia interna por medio de la cual los poderes latentes que han ya madurado internamente, se convierten en energía dinámica.
Ahora, con relación a la diferencia entre la Iniciación a lo largo de líneas ocultas, y las que corresponden a la senda mística, se encontrará en lo que anteriormente se ha dicho desde el principio, que son, y tienen que ser, exactamente opuestas. Al ocultista que ha tomado su Iniciación desde el lado intelectual, se le demuestra la conexión espiritual de las causas con los hechos materiales, mientras que al místico, que ha recibido los hechos espirituales, se le dirige su atención a la conexión con los efectos del plano material. Todo esto con el fin de mezclar ambos lados para que el hombre se desarrolle normalmente. Las Iniciaciones Rosacruces, habiendo sido designadas para los pioneros actuales de la humanidad, se esfuerzan en mezclar lo místico con lo oculto. Sin embargo, como el mundo Occidental ha desarrollado el intelecto en detrimento de los sentimientos, se hace un poco más de énfasis quizá, del lado místico. Aquí los Hermanos Mayores siempre piden a sus discípulos que miren al Cristo, y aunque los verdaderos Maestros de Oriente sean tan devotos en el servicio de la humanidad, no pueden enseñar así a sus pupilos porque desde el punto de vista del aspirante oriental, la Luz del Cristo todavía es invisible. En consecuencia, están forzados dichos Maestros a enseñar a sus discípulos a hacer exactamente como dicen, y en el curso del tiempo cuando ellos hayan ascendido a nuestro nivel, Cristo se les aparecerá también.

del libro "Filosofía Rosacruz en Preguntas y Respuestas" 
Tomo Segundo, de Max Heindel

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