jueves, 15 de diciembre de 2016

El alma, el cuerpo del alma y el desarrollo del alma


Lección XII
EL ALMA, EL CUERPO DEL ALMA
Y EL DESARROLLO DEL ALMA
(Continuación)

Durante la Gran Guerra muchos auxiliares invisibles fueron desarrollados para trabajar en los campos de batalla entre los soldados heridos. Sin embargo, al principio de la guerra había muy pocos disponibles, porque muy pocos seres humanos habían logrado este desarrollo. A medida que progresaba la guerra, más y más auxiliares invisibles fueron preparados para el servicio, y al final había muchos trabajando.

El cuerpo del alma continúa creciendo después de su nacimiento, es decir, después de haber sido separado de los éteres inferiores, con la condición de ser debidamente alimentado. Igual que otros cuerpos de cualquier especie, necesita alimento para crecer y conservarse en buena salud y fuerza. Pero si no facilitamos alimento al hijo de Cristo (el cuerpo del alma) después de su nacimiento, sufriremos hambre de alma, en comparación de la cual el hambre física no es nada. El alimento que es preciso darle consiste en actos y pensamientos de amor y abnegación respecto a los demás y a la humanidad en general, según las ocasiones lo permitan. Actos altruistas y de abnegación forman el cuerpo del alma y atraen los áureos éteres del espíritu. Estos actos nos preparan el traje dorado.

En el principio de nuestro “Día de Manifestación” todos entramos en funciones como Espíritus Virginales, pero ya entonces algunos eran más adaptables, más dispuestos y más progresivos que otros, y por consiguiente, entraron en la involución con mayor rapidez y mayor entusiasmo también, que otros. Éstos son aquellos que actualmente van en la vanguardia, y que han desarrollado el alma y el cuerpo del alma, más rápidamente que los demás. De ellos hablamos como de “almas viejas”, mientras que los zagueros son llamados “almas jóvenes”; no jóvenes de años, sino de desarrollo.

Los muy jóvenes son llamados “los rezagados”, y son los que se negaron a emprender el trabajo de involución y evolución, y que en muchos casos no quieren avanzar, resultando que se han quedado muy atrás, de los que forman la vanguardia y tendrán que esperar otro Día de Manifestación.

El alma, lo mismo que su cuerpo, se atrofia si dejamos de alimentarla. La quietud no existe ni en la naturaleza ni en la evolución; tenemos que ir adelante o atrás.

Si adelantamos, aumentamos continuamente el alma, que hemos construido en el pasado. Si retrocedemos, agotamos el alma, las cualidades del alma y sus poderes que habíamos adquirido anteriormente, lo mismo como agotamos la sustancia de nuestro cuerpo físico si dejamos de comer. En otras palabras, él alma, siendo realmente alimento para el espíritu, se gasta constantemente por la actividad del espíritu, y tiene que ser continuamente elaborada si el espíritu ha de progresar. Si los bajos instintos se vuelven tan fuertes que arrollan al ego o espíritu, y si insisten en ir para atrás, entonces perdemos el alma. Durante este proceso, el cuerpo de alma, también desaparece por estar íntimamente ligado al alma; y las actividades que disuelven al uno, disuelven también al otro. El recuerdo de nuestras malas acciones por medio de la respiración, que se graba en el cuerpo de deseo después de la muerte, es algunas veces llamado “el alma que peca” y que muere por expurgación. Esto ha sido descrito ampliamente en la lección sobre el purgatorio.

Otro peligro que se presenta cuando el ego inferior no quiere obedecer y se niega a seguir las órdenes del espíritu, es que los vehículos que él ha construido por la involución y espiritualizado parcialmente, puedan perderse por desintegración; es decir, los cuerpos físicos, vital, de deseo y mental, a la vez que sus correspondientes átomossimientes, siéndole difícil recobrar su memoria consciente.

Es éste un asunto muy serio, porque cuando el ego ha perdido sus vehículos y los átomos-simiente de estos últimos, entonces le faltan los medios para continuar su evolución en este “Día de Manifestación”. Por esta razón tiene que volver al caos y permanecer allí hasta que salga una nueva ola de vida a la cual pueda unirse y así continuar su evolución. Pero esto significa una gran pérdida y un enorme sufrimiento para el espíritu. Sin embargo, el espíritu o ego no muere. El espíritu no puede morir nunca, porque vino de Dios al principio, como una parte de Él, y siempre quedará como tal. No puede morir, pero puede perder sus cuerpos y así durante cierto período, permanecer prácticamente impotente y desamparado.

Cuando el ego ha perdido sus átomos-simiente, ya no puede volver a nacer. Esto, sin embargo, no es una pérdida total, porque, cuando sale otra vez en una nueva ola de vida, saldrá desde un punto más elevado que aquél desde el cual salió en el ciclo presente. Esto es debido al hecho de que desde el principio del “Período de Saturno” el Espíritu Virginal ha adquirido los tres velos del Espíritu Divino, Vital y Humano, respectivamente; los cuales, unidos al propio Espíritu Virginal, constituyen el ego. Los Espíritus Divino, Vital y Humano adquiridos así, son retenidos durante la duración del caos, y dan al Espíritu Virginal un empuje inicial en un día posterior de evolución. A pesar de ello la pérdida es grande y sumamente dolorosa.

Por esta razón nos incumbe mejorar nuestras oportunidades en un grado extremo, y vivir una vida recta y de bien obrar, a fin de que podamos llevar a cabo lo que fue previsto para nosotros, y obtener así la gran alegría y la paz y el poder, que son su resultado seguro.

del libro Temas Rosacruces UNO 
 publicado por Estudiantes de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel


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