domingo, 12 de febrero de 2017

El éter de vida (A) - Parte II



PARTE II

EL ÉTER DE VIDA (A)

4) El Éter de Vida y la Génesis

El Éter de vida es la avenida de operación de las fuerzas que tienen como objetivo primario la perpetuación de la especie y en términos de humanidad la construcción de nuevas formas raciales. La fuerza cósmica que trabaja en el Éter de Vida es el tercer principio de la Deidad, la Energía Creadora de Dios. Las fuerzas menores que trabajan en este éter son, sumariamente, el Dios Solar-Lunar de la Raza, Jehová (quien trabaja con los planetas que tienen lunas, aunque su foco cósmico está en el orbe solar), el Arcangélico Espíritu de la Raza, la madre y el padre del Ego reencarnante, el Ego encarnante mismo, los Espíritus de la Naturaleza, los Ángeles y los Arcángeles, y los espíritus que pertenecen a la ola de vida vegetal incluyendo a los Espíritus-Grupo de las plantas (Los minerales generalmente no poseen un éter de vida).

Como los otros éteres, el éter de Vida tiene dos polos, positivo y negativo. El polo positivo predomina en la estructura femenina, y el negativo en la masculina; la razón para eso es que la hembra necesita la parte extra de la energía creadora para el uso del cuerpo infantil del Ego que viene a ella para renacer. Las fuerzas que trabajan en el polo positivo son las que trabajan en la hembra durante la gestación, capacitándola para llevar a cabo este activo y positivo trabajo de dar a luz una nueva forma viviente. Las fuerzas que trabajan en el polo negativo del Éter de Vida hacen que el macho produzca el semen, en el cual el espermatozoide que contiene el átomo simiente del cuerpo denso del Ego que llega, es depositado por los Ángeles.

Los Ángeles son los guardianes y los conservadores de los átomos-simientes propagadores de la planta, del animal y del hombre. Al trabajar con los animales, los Ángeles son ayudados por el cuerpo de deseos de la madre. Al trabajar con la humanidad, son además ayudados por el cuerpo de deseos del Ego encarnante mismo.

Cuando el Ego está preparado para renacer los Ángeles Registradores determinan el sexo del cuerpo en el cual funcionará durante esa particular vida terrestre, y el arquetipo es formado con este sexo. El factor determinante del sexo es la Ley de Alternación, a menos que esta ley sea modificada por circunstancias específicas establecidas por el Ego en anteriores existencias terrestres. Por lo tanto, el sexo de la encarnación es determinado antes de que sea construida la matriz etérica hecha de éteres Químico y de Vida.

La ley es que cuando la matriz de Éter de Vida del Ego encarnante es positiva, atrae átomos del Éter Químico y Físico negativos, mediante la agencia de las fuerzas que actúan en el polo positivo del Éter de vida, y el cuerpo denso será femenino.

Cuando la matriz del Éter de Vida es negativa, atraerá átomos positivos de Éter Químico y Físico, mediante la acción de las fuerzas que trabajan en el polo negativo del Eter de Vida y el cuerpo denso será masculino. Este trabajo comienza en el útero con el huevo fertilizado que es el cuerpo mismo en este estado.

El Ego encarnante ronda cerca de su futura madre envuelto en su embrionaria cubierta de mente y cuerpo de deseos, mientras la matriz es colocada en el útero de la madre por los Ángeles. Después de que el átomo-simiente ha sido depositado en el cuerpo de la madre y tiene lugar la concepción, siendo fertilizado el huevo, el Ego encarnante permanece fuera por un período de dieciocho a veintiún días, en tanto que el cuerpo de deseos de la madre trabaja sólo sobre el cuerpo denso embrionario.

Para el científico ocultista, todos los elementos de la herencia sé adquieren con el Éter de Vida y son manipulados por Inteligencias invisibles, aunque ayuda también el ser humano. Los caracteres sexuales secundarios son también el producto de fuerzas que trabajan en los polos positivo y negativo del Éter de Vida. Debe notarse que los caracteres sexuales no se limitan a las funciones reproductoras primarias del cuerpo, sino que cada célula del cuerpo exhibe una diferencia sexual. Por ejemplo: cada célula del cuerpo femenino tiene 23 pares de cromosomas, cada par constituido por gemelos idénticos; pero en el cuerpo masculino cada célula contiene un par que es asimétrico; éste es diferente. Podemos decir que el “vigesimotercer” par de cromosomas son los cromosomas sexuales, que en las células del cuerpo femenino son idénticos, y descriptos como los dos cromosomas X, mientras que el “vigesimotercer” par de cromosomas de la célula del cuerpo masculino consiste en dos diferentes cromosomas, X e Y. Los cromosomas Y son los que determinan la masculinidad del cuerpo.

Hasta 1957 se creyó que había 48 cromosomas (24 pares) en la célula del cuerpo humano, pero en ese año una nueva clase de microscopio reveló que había en realidad sólo 46 (23 pares). (Asimov).

Repetimos que lo que hemos dicho aquí se refiere a toda célula del cuerpo, no únicamente a los “gametos” o “células reproductoras”. Ciertas células son reservadas en los órganos reproductores desde el mismo principio del proceso encarnacional con el propósito específico de perpetuar la especie. Aunque estas células se dividen lo hacen menos a menudo que las otras células del cuerpo, y están todavía frescas cuando comienza el proceso de la reproducción. Su forma de dividirse es también diferente del de las otras células (meiosis versus mitosis), con el objeto de permitir la variedad en la transmisión de los elementos hereditarios, y a que éstos son extraídos de dos personas y no de una sola, y son posibles muchas mezclas. Cuando las células de reserva se dividen en dos, forman los “gametos”, que son más comúnmente conocidos como óvulos y espermatozoides o células espermáticas. Los óvulos contienen cada uno un cromosoma X; las células espermáticas contienen cada una un cromosoma X o un cromosoma Y: También, cada gameto contiene sólo la mitad del número de cromosomas de la célula ordinaria, pero cuando los dos gametos se unen la célula resultante (huevo fertilizado) tiene una vez más el número completo de cromosomas.

Los cromosomas contienen diminutas formaciones llamadas “genes” que son los verdaderos agentes de la herencia. Puesto que cada cromosoma contiene tantos como 1.000 genes, el Ego encarnante dispone de alrededor de 46.000 genes de sus padres. Así es como el “destino genético” a modelo genético es puesto en la célula original, que continúa dividiéndose en la forma usual que las células del cuerpo, para formar el nuevo organismo en la casa de un Espíritu humano. La feminidad parece ser la condición básica: el cromosoma Y añade el elemento masculino. (Comparar con el diagrama 13 del Concepto Rosacruz del Cosmos: El Principio y el fin del sexo).

Los genes son vistos al microscopio dentro de las células bajo la forma de pequeñas bandas cruzadas en los filiformes cromosomas, algunas veces comparados con cuentas de rosario. Se dice de ellos que son “Los moldes de la naturaleza, que hacen una cierta criatura conforme al modelo de sus progenitores”.

De especial interés para el ocultista es la afirmación (de Gamow), en el sentido de que el gene es tal vez una especie de “eslabón perdido” entre la materia viviente y la no viviente; de aquí que también sea denominado “la molécula viviente”. Así, nosotros tal vez podamos comenzar a trazar la línea en este punto entre la molécula común que pertenece al campo del Éter Químico, y la molécula viviente que pertenece al campo del Eter de Vida. 

El gene es la más pequeña unidad de materia viviente. Sin embargo (citamos), “también posee características de la molécula compleja (como son las proteínas) que están sujetas a todas las familiares leyes de la química”. (Gamow.) Se calcula que el gene posee alrededor de un millón de átomos. El ocultista diría que los genes y los cromosomas son “depositados” por fuerzas que trabajan en el Éter de Vida.

Por consiguiente los dos éteres inferiores en realidad constituyen un cuerpo “vital” o “de vida” que actúa como matriz, en términos de una especie de red de fuerzas en la cual los átomos del cuerpo son colectados o congregados para formar un organismo de modelo viviente. Se nos enseña que las glándulas sanguíneas y sin conducto, el cuerpo pituitario, localizado en la cabeza es, según las palabras de los biofísicos modernos, el más poderoso órgano sexual del cuerpo. Sus secreciones regulan los ciclos de fertilidad tanto en los hombres como en las mujeres. Es el foco del Espíritu de Vida (Cristo Macrocósmico) en el hombre, que es un Fuego. El cuerpo vital como un todo es el “reflejo” o “emanación” (podríamos decir condensación) del mismo Principio. Todas las hormonas secretadas y liberadas en la sangre por las glándulas sin conducto, son expresiones del Éter de Vida, pero aquéllas como el cuerpo pituitario y las gónadas, que segregan hormonas sexuales, lo son más especialmente; porque éstas son los participantes activos, junto con los genes y los cromosomas, en los ciclos reproductivos del individuo y de la raza. A su tiempo la Vida del Cristo Cósmico debe
por necesidad, suplantar enteramente al Principio de Raza Jehovista.

El número de cromosomas de cada célula difiere de una especie de vida a otra.
Sólo la célula del cuerpo humano contiene 46 cromosomas. El desarrollo entero y prácticamente todas las propiedades del organismo adulto es determinado por el grupo de genes escondido en cada cromosoma de toda célula del cuerpo. Todo animal o planta “se desarrolla alrededor de sus genes”.

Esto ha sido comparado con la forma que adopta cierto tipo de materia inorgánica. Por ejemplo: ciertos núcleos atómicos que llevan una carga de seis unidades eléctricas elementales, se rodearán de envolturas atómicas de seis electrones cada una, lo que hace que los átomos tiendan a arreglarse según un modelo hexagonal regular, formando los cristales que llamamos diamantes. Se da por entendido que aún el organismo viviente más simple es mucho más complejo que el diamante “pero en ambos casos tenemos los fenómenos típicos de la organización macrocósmica determinados hasta en el detalle más mínimo por centros microcósmicos de actividad organizadora” ( Gamow ) .

Se ha dicho correctamente que las leyes de la herencia muestran una simplicidad matemática y una claridad que sugieren que “estamos tratando con uno de los fundamentales fenómenos de la vida”.

del libro Temas Rosacruces UNO 
 publicado por Estudiantes de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel


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