miércoles, 7 de junio de 2017

El Mundo del Deseo (segunda parte)



CAPÍTULO III

EL MUNDO DEL DESEO
(segunda parte)

Jehová-Dios es el Señor de todo desarrollo racial, como hemos demostrado; El es el Ángel Supremo quien alcanzó la unión con la Divinidad en el Período de la Luna. Los Arcángeles rezagados, aunque miembros de una oleada de Vida anterior, están mucho más atrás que Jehová-Dios en desarrollo y tal vez solo un poco más adelantados que los Ángeles propiamente dichos. Sin embargo, son seres gloriosos por su propio derecho y la humanidad los ha justamente venerado como dioses y servido con devoción auto-sacrificial. Tales Seres no están a la altura de "Dios" pero son los siervos de Él y por eso ha sido costumbre llamarlos Ángeles (mensajeros reales y principescos) reservando el término "Dios" para el Ser Supremo Uno del Universo. Los dioses de los antiguos fueron por lo general tales Ángeles y Arcángeles, excepto entre los pueblos inferiores y primitivos, quienes adoraron a los elementales y a los Espíritus de la Naturaleza, que para ellos eran visibles en los éteres y en las Regiones Inferiores del Mundo del Deseo.

Si bien los Arcángeles que habitan el Mundo del Deseo aparecen normalmente como esferas radiantes de luz y color, cuando se comunican con seres humanos, ya sea en el Mundo del Deseo o en el Mundo Físico, pueden presentarse y de hecho lo hacen bajo la imagen de una figura semejante a la nuestra. Cristo, quien es el Jefe Arcángelico, aparece como un Sol resplandeciente en las Regiones del Mundo del Deseo -han informado los clarividentes-; aunque en realidad lo que ven es Su Aura. Los grandes rayos de fuerza que emanan de los Arcángeles son pintados como alas en el arte sagrado pero existen Seres que están rodeados de tales alas de luz. Los Ángeles parecen tener dos alas como las aves; pero éstas son corrientes que salen del gran centro etérico de fuerza del corazón y de los dos omóplatos. Los seres humanos también tienen un gran centro de fuerza que puede a veces brotar en forma de alas azules y energía. Durante la meditación espiritual grandes rayos de luz salen desde el espacio interno a partir de los centros etéricos del cuerpo humano y en los más altamente desarrollados están permanentemente activos.

Los antiguos videntes atribuyeron números específicos de alas a las varias Jerarquías celestes. En el Libro de Isaías leemos acerca de Serafines con seis alas, de un característico color rubí; dos se levantaban por encima de la cabeza, otras estaban plegadas sobre los pies y con las restantes volaban a través de los cielos. El Supremo Arcángel del Sol, el Cristo, es descripto como teniendo doce alas que vienen a corresponder a los doce signos del Zodiaco.

El aura de luz y color que rodea a cada clase de Seres en el Mundo del Deseo se llama "Gloria" y cada Arcángel tiene su propia Gloria". Los videntes han comentado sobre la visión de luces movibles como llamas de cirio o de antorcha que suponían eran los Espíritus de los muertos. Encontramos esta creencia entre los descendientes de los Incas del Perú que viven todavía en los alrededores del lago Titicaca y esto mismo es descrito en los relatos de la visionaria católica Anna Catalina Emmerich. Los espíritus de la Naturaleza también llevan esta llama sobre sus cabezas.

Los vórtices del cuerpo de deseos humano de hoy son el producto del trabajo hecho en el Período de la Tierra. El cuerpo de deseos al principio era un ovoide de luz y color homogéneos; gradualmente se desarrollaron contraria a las agujas de un reloj. La clarividencia asociada con esta actividad era negativa, o sea semejante a un espejo a través del cual los seres superiores podían guiar a la humanidad infante en cualquier dirección que ellos deseaban.

El paso hacia la emancipación de las influencias exteriores fue dado mediante la intervención de esa clase de Ángeles -muy calumniados- que son los Espíritus Luciferes. Durante el tiempo que duró esta influencia los Ángeles guiaron a la humanidad infante regulando la función propagadora y uniendo los sexos bajo las más propicias condiciones. Pero los Espíritus de Lucifer indicaron a la humanidad cómo podrían dejar de ser autómatas guiados por Dios. Estos se habían rebelado contra Jehová, su Líder y así fue como se encontraron a sí mismos a medio camino en la evolución entre los Ángeles, sus hermanos superiores, que no tenían cerebro y no lo necesitaban porque la Sabiduría Cósmica fluía a través de ellos y nuestra humanidad que había desarrollado su cerebro. Con el fin de evolucionar los Espíritus de Lucifer necesitaban el conocimiento que podía obtener un ser con cerebro y por lo tanto se volvieron hacia nuestra humanidad. Cuando los Ángeles de Lucifer necesitaban hacer contacto con nosotros, lo hicieron primero por medio de la poderosamente desarrollada imaginación de Egos que se estaban manifestando como mujeres -en aquel tiempo- insinuándose en la médula espinal de ellas y apareciendo ante su visión interna y como serpientes o seres semejantes indicándole como ellas y el hombre podrían crear nuevos cuerpos cuando lo quisieran. Puesto que la mitad de la fuerza creadora que no se dirigía hacia abajo para la propagación, era conducida hacia arriba para la construcción del cerebro y de la laringe para la expresión del Ego, los Luciferes se aprovecharon del cerebro ya formado y están todavía estimulando la actividad mental para su propia evolución; aún continúan trabajando con la humanidad, especialmente en el Mundo del Deseo.

Durante la primera mitad marciana del Período de la Tierra, los luciferianos estuvieron especialmente activos en los asuntos humanos, material. Ellos también ayudan a los artistas y a los artesanos, inspirándoles y guiándoles en sus esfuerzos de superación. La obra de estos "Ángeles" ha sido muy mal comprendida, siendo considerados como "tentadores", lo cual lo son en cierto sentido, ya que como resultado de su trabajo todo el mal que está oculto en el hombre es sacado a la luz del día pudiendo ser eliminado en la misma forma que el alquimista purifica el metal removiendo las impurezas que suben a la superficie de la caldera hirviente. En la literatura sagrada Dios permite Samael-Lucifer tentar a Job; similarmente todo Espíritu humano es tentado a través de su existencia consciente como hombre.

En contraste con la obra de los Espíritus de Lucifer está la obra principal de la oleada de Vida Angélica. Los Ángeles fueron semejantes a hombres en el Período Lunar; ahora en el Período Terrestre, aunque su principal trabajo es con los éteres y las fuerzas vitales que fluyen a través de ellos, también han llegado al estado en que pueden trabajar con los Arcángeles en el Mundo del Deseo. Ellos trabajan con las emociones buenas y estimulan los más nobles impulsos de la conciencia humana; toda clase de amor inegoista, de gozo, paz y felicidad de orden altruista. Sin embargo "las personas" ígneas constituyen la fuerza de la auto-afirmación y si bien esta fuerza es buena en sí misma, siendo un potencia, puede por un tiempo ser dirigida hacia la destructividad.

La palabra-clave de los Luciferes es "intensidad", porque ellos evolucionan a través de ella, no importándoles cuál es la Naturaleza de la intensa emoción ni su fuente. Ellos por lo tanto, trabajan con las "pasiones" de la psique (alma) humana, estimulando la intensidad del sentimiento, tal como lo vemos en la vida de los artistas creadores, así como en los líderes del progreso material. En esto los Luciferes cooperan con los Arcángeles porque éstos trabajan con la evolución industrial de la humanidad, a través de los estados, naciones y pueblos. La intensidad religiosa está tanto en la obra de los ígneos Arcángeles como en la que se relaciona con el espíritu creador y artístico de la mente humana.

En el Período del Sol, los Ángeles trabajaron con el ígneo Mundo del Deseo con los Arcángeles quienes fueron "humanos" en ese tiempo pero la dificultad empezó cuando la oleada de Vida Angélica guiada por Jehová-Dios descendió a los "húmedos" éteres del Período de la Luna, en preparación para un descenso ulterior al frío y a la oscuridad del espacio material. En este punto un grupo de los Ángeles, los Luciferianos, se rebelaron; no gustaban del agua ni de la tierra, sino que amaban al fuego y rehusaron adaptarse al nuevo programa. Se separaron ellos mismos de su líder Jehová y de la oleada de Vida Angélica y además se exiliaron en el recién creado planeta Marte, habiendo luego entrado en la evolución humana, en la Época Lemúrica, con el fin de salvarse.

El hecho de la dependencia en el destino del hombre está demostrado en el antiguo Libro de Enoc, en el que se dice que ellos están atados "bajo la tierra", o con la tierra, hasta que el ciclo de la misma haya terminado. Enoc, el vidente anti-diluviano, despertó una mañana encontrando dos Arcángeles de pie ante él, Quienes le dijeron que Dios les había enviado a mostrarle los misterios del universo. (Parafraseamos libremente)... Ellos condujeron a Enoc a través de los varios "círculos" de los planos internos, hasta el mismo trono de Dios; en su jornada, Enoc, vio muchas cosas, pero el quinto círculo es el que nos interesa aquí. En dicho círculo encontró a los "guerreros celestes caídos" que habían sido desterrados del cielo después de su rebelión contra Jehová-Dios; estaban tristes y melancólicos y Enoc les preguntó por qué no servían a Dios y apelaban a Su misericordia. Los Eruditos de la Biblia Ortodoxa interpretan a Enoc como diciendo éste que los líderes de los Ángeles Caídos están condenados a permanecer en el Infierno para siempre; pero lo que se dijo en realidad es que ellos debían permanecer atados "bajo tierra" hasta el fin. ¿El fin de qué? El del Periodo de la Tierra, cuando el globo material de la misma se disuelva en el Caos y sea reconstruido en las condiciones etéricas que caracterizarán el Periodo de Júpiter.

Esta idea armoniza con las Enseñanzas Rosacruces, porque hacia el final del Periodo de la Tierra toda la humanidad habrá alcanzado el estado de conciencia correspondiente al de la primera Gran Iniciación. Este es el estado del Adepto, en el cual el hombre es capaz de crear un cuerpo sin cooperación de otro ser humano.

continuará....

del libro "Temas Rosacruces", Tomo Segundo,
de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel


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