miércoles, 26 de julio de 2017

Las consecuencias del pecado y los caminos de salvación


CAPITULO VI

LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO
Y LOS CAMINOS DE SALVACIÓN

“Las consecuencias del pecado son la muerte” dice la Biblia, y si sembramos en carne debemos prepararnos para cosechar corrupción. No deberíamos tampoco extrañarnos de que una persona con carácter negativo, como la clase descrita como Hijos de Seth, representada por Margarita en el mito de Fausto, sea presa de esta ley de la naturaleza en fecha tan inmediata, una vez que su medida de pecado se ha llenado. El rápido recejo de Margarita por el crimen da matricidio, es una ilustración de cómo la ley opera. El santo horror de la iglesia que estuvo negligente para salvar a Margarita cuando aún era tiempo, es un ejemplo de cómo la sociedad trata de disculpar su negligencia y eleva al cielo las manos, indignada de los crímenes, por los cuales ella misma es en gran parte responsable.
Si el sacerdote hubiese buscado la seguridad de Margarita en vez de codiciar las joyas, hubiera podido protegerla contra ti golpe fatal de destino y aunque ella hubiera sufrido por haber perdido a su amante, hubiera permanecido pura. Sin embargo, es precisamente por medio de la intensidad de la pena, que el alma que sufre encuentra otra vez el camino que conduce a la fuente de su ser; porque todos hemos, como hijo, pródigos, abandonado a nuestro Padre en el Cielo: hemos andado lejos de las regiones del espíritu alimentándonos con los desechos de la materia para recoger así experiencia y obtener individualidad.
Cuando estamos en el Lodazal de la desesperación, empezamos a darnos cuenta de nuestro alto parentesco y exclamamos: Quiero levantarme y volver a mi Padre”. El hecho de pertenecer a una iglesia o de estudiar el misticismo desde un punto de vista intelectual, no nos facilita la clara comprensión de “adónde”, lo cual es necesario antes de que podamos seguir el sendero. Pero cuando estamos faltos de toda ayuda terrestre; cuando estamos enfermos. y encarcelados, estamos más cerca y somos queridos del Salvador que en cualquier otro momento. Por consiguiente, Margarita en la cárcel y execrada por la sociedad, está más cerca de Dios que la inocente, bella y pura Margarita, que tenía todo el mundo a ni alcance cuando se encontró con Fausto en el jardín.
Cristo no tiene nada que decir a los que están satisfechos y aman al mundo y a sus placeres. Mientras estén en esta condición de ánimo, El no les puede hablar, ni pueden ellos
oír su voz. Pero hay una infinita ternura en las palabras del Salvador:
“Venid hacía mi todos los que estáis tristes y apesadumbrados, yo os quiero dar reposo”.
El alma pecadora, simbolizada por Margarita en la celda de su prisión, estando sola, desterrada de la sociedad como una leprosa moral y social, se siente, impelida a dirigir su
mirada hacía arriba y su oración no es en vano. Pero, sin embargo, hasta el último momento las tentaciones asedian al alma que busca. EL portal del infierno y el portal del cielo están igualmente cerrados por la celda de la cárcel de Margarita, como queda lustrado por la visita de Fausto y Lucifer que tratan de sacarla de allí y de impedir su muerte inminente para llevarla a una vida de vergüenza y de servidumbre. Pero ella no vacila: prefiere la cárcel y la muerte a la vida y a la libertad en compañía de Lucifer. De este modo resiste la prueba y se hace acreedora al Reino de Dios.
Salomón era el siervo de Jehová, y como hijo de Seth estaba ligado al Dios que le creó a él y a sus antepasados. Pero en una vida posterior, como Jesús, dejó a su antiguo Señor en el momento del Bautismo y entonces recibió el Espíritu de Cristo, así, igualmente cada Hijo de Seth tiene algún día que dejar a sus guardianes y colocarse del lado de Cristo, sin considerar el sacrificio que esto signifique, aunque su precio sea la vida.
Margarita en su celda de la cárcel da este paso importante y queda así admitida como ciudadana del Nuevo Cielo y de la Nueva Tierra, por su fe en Cristo. Fausto, por otro lado, se queda con el espíritu de Lucifer durante una larga temporada. El es un carácter más positivo, un verdadero Hijo de Caín, y aunque las consecuencias del pecado tienen que
acarrearle la muerte, él puede lograr la salvación por un concepto más puro del amor y por medio de sus obras.
En la segunda parte del drama hallamos a Fausto desesperado a causa del desastre de Margarita por su proceder culpable. Reconoce su falta y empieza a subir el camino de la
redención. Emplea al espíritu de Lucifer, ligado a él por el pacto de sangre, como un medio para lograr sus fines. Se convierte en un factor importante en los asuntos de Estado del país en que se encuentra, porque todos los Hijos de Caín gustan de los asuntos de gobierno, mientras que los Hijos de Seth, prefieren los de la iglesia.
No satisfecho, sin embargo, de servir a otro bajo las condiciones existentes, Fausto se vale de las fuerzas diabólicas que están en su mano para crear una tierra, hacerla salir del mar y hacer una Nueva Tierra. Sueña un sueño utópico, de cómo esta tierra libre ha de ser el hogar de un pueblo libre que habitará allí en paz y abundancia, alcanzando los más altos ideales de la vida.
Estos ideales son generados en su alma por el amor de un carácter llamado Helena, que es un amor de la naturaleza más elevada y espiritual, y enteramente separado de la idea de sexo y pasión. En el curso del tiempo él ve cómo el país sale del mar, pero sus ojos, poco a poco quedan ciegos, porque él está cambiando su mirada de una condición terrestre en otra celeste. Mientras está así observando a las fuerzas dirigidas por Lucifer, trabajando a su requerimiento día y noche. Fausto comprende que él ha realizado la pretensión de Lucifer, de ser:

“El poder que obra el bien
aunque planeando el mal.”

El ve como su trabajo con las fuerzas inferiores se acerca a su acabamiento completo, pero su vista se hace cada vez más nublada, y con aquel anhelo intenso que llena el alma cuando quiere ver el fruto de sus obras, desea poder conservar La vista hasta que todo esté concluido y que su sueño utópico se haya convertido en realidad. Por esta razón, a medida que la visión delante de él — la tierra saliendo del mar y la gente dichosa que vive en ella en buena armonía y fraternidad — desaparece de sus ojos sin vista, pronuncia las palabras fatídicas que dijo al hacer el pacto con Lucifer:

“Si algún día. embelesado,
al momento fugitivo
digo: “Ten el vuelo raudo”,
échame al cuello la soga,
abre el abismo a mi paso,
doble a muerto la campana,
párese el vital horario.
todo para mí concluya.
y comience tu reinado”.

Según las condiciones de aquel pacto, cuando Fausto ha pronunciado las palabras fatídicas, las fuerzas del infierno dejan de estarle sometidas, y él a su vez se convierte en
esta presa; por lo menos así debería ser aparentemente. Pero Fausto no deseaba parar la marcha del tiempo con el fin de gozar de placeres sensuales ni de satisfacer deseos egoístas, tales como los dejaba entrever el pacto, sino que era para la realización de un ideal altruista y noble que él deseaba parar la hora del reloj. Por consiguiente, él está libre de Lucifer; y una batalla entre las fuerzas angelicales y las huestes de Lucifer tiene como resultado final el triunfo de los ángeles, que llevan al alma que busca al puerto de reposo en el reino de Cristo, mientras cantan:

“Salvado está del mal
el noble hijo del mundo espiritual.
“el que se esfuerza con constante afán”;
“nosotros podemos salvarle”
y si el Amor de los ciclos
también le ha asistido,
los ángeles van a su encuentro
dándole cordial bienvenida.”

Así resulta que el Fausto del mito es un carácter enteramente distinto del Fausto del teatro, y el drama que empieza en el cielo donde se le da permiso a Lucifer para tentarle, como Job fue tentado antiguamente, también termina el cielo cuando la tentación ha sido sufrida victoriosamente y el alma ha vuelto a su Padre.
Goethe, el gran místico, termina su obra muy apropiadamente con una estrofa, la más mística que hallarse pueda en cualquier literatura:

“Todo lo perecedero
sólo es en apariencia;
lo inasequible
aquí acontece;
lo indescriptible
aquí esta realizado
lo Eterno-Femenino
nos atrae hacia arriba.”

Esta estrofa confunde a todos los que no están capacitados para penetraren las regiones donde, según la idea del autor está cantada, es decir, en el cielo.
Habla de todo lo perecedero como siendo solamente una apariencia, esto quiere decir que las formas materiales sujetas a muerte y transformación no son más que una semejanza del arquetipo visto en el cielo: “Lo inasequible aquí acontece” — lo que parecía imposible en la Tierra se realiza en cielo, Nadie sabe esto mejor que el que está capacitado para funcionar en aquella región, porque allí toda aspiración superior halla fruición. Los anhelos indescriptibles, las elevadas ideas y experiencias del alma, las que ella no puede siquiera expresar a ella misma, están claramente definidas en el cielo. Lo Eterno Femenino, la gran Fuerza Creadora en la naturaleza, el Dios Madre, que nos lleva siempre hacia arriba en el sendero de la evolución, se convierte allí en una realidad.
Así es cómo el mito de Fausto nos cuenta la historia del Templo del Mundo, que están construyendo las dos clases de gente y que será finalmente el Nuevo Cielo y la Nueva Tierra según la profecía del Libro de los Libros.

del libro "El Misterio de la Grandes Óperas", de Max Heindel


*

No hay comentarios:

Publicar un comentario