domingo, 30 de julio de 2017

Los sinsabores del alma que busca (continuación)


CAPITULO III

LOS SINSABORES DEL ALMA QUE BUSCA
(continuación)

En “La Estrella de Belén”, “Un hecho Místico”, hemos tratado de dar a los estudiantes un vislumbre de cierta fase de Iniciación. La mayoría de nosotros andamos por el mundo y no vemos de esta tierra más que una mente muerta, pero uno de lo revelados en nuestra consciencia es la realidad viva del Espíritu de la tierra. Lo mismo como la superficie de una cosa muerta comparada con los órganos interiores, así la cubierta exterior de la tierra, formando como una costra, no da ninguna idea de la maravillosa actividad que hay adentro. En el sendero de la Iniciación, se nos revelan nueve capas distintas y en el centro de esta esfera giratoria hallamos al Espíritu de la Tierra frente a frente. Es un hecho real y verdadero que esta “gimiendo y viajando” dentro de la tierra en favor de todos, afanándose y esperando impacientemente que nos manifestemos como Hijos de Dios, para que, lo mismo como el alma anhelante que aspira a la liberación queda finalmente libertada de su cuerpo denso, el Espíritu de la Tierra también pueda ser libertado de su cuerpo mortífero en el cual está ahora confinado para nuestra salvación.
Las palabras que dice el Espíritu de la Tierra a Fausto, en la obra de Goethe, ofrecen excelente materia para la meditación, porque representan místicamente lo que el candidato
siente cuando por primera vez se da cuenta de la absoluta realidad del Espíritu de la Tierra como una presencia real y tangible y de que se halla trabajando para nuestra elevación espiritual.

“En la incesante ráfaga
de actividad continua,
vuelo de arriba abajo,
vuelo de abajo arriba;
y en ese veloz torno,
que el Tiempo mueve y gira,
mis dedos impalpables
las tenues hebras hilan
de la vida y la muerte,
de la muerte y la vida,
tejiendo a Dios, en el telar eterno,
la que viste inmortal túnica viva.”

Naturalmente, al Espíritu de la Tierra no debemos representárnoslo como un hombre mayor, ni teniendo una forma física distinta de la tierra misma. El cuerpo vital de Jesús, en el cual estuvo confinado el Espíritu de Cristo antes de su ingreso actual en la tierra, tiene la forma humana ordinaria: está preservado y es enseñado al candidato en un momento determinado de su progresión. Algún día, en un remoto porvenir, dará otra vez albergue al Espíritu de Cristo, a Su vuelta del centro de la tierra, cuando nos hayamos convertido en seres etéricos y cuando El estará dispuesto a ascender a esferas superiores, dejándonos a nosotros para que recibamos la enseñanza del Padre, cuya religión será más elevada aún que la religión cristiana.
La verdad esotérica de que cuando un espíritu entra por cierta puerta tiene que volver también por el mismo camino, es enseñada por Goethe en relación con la primera entrada en escena de Mefistófeles. Fausto no está en el sendero corriente de Iniciación. No ha ganado la admiración ni la ayuda de los Hermanos Mayores: está llamando a la puerta falsa a causa de su impaciencia. Por esta razón es repelido por el Espíritu de la Tierra y cuando aparentemente ha logrado su fin, se ve lanzado desde la cumbre de la alegría al abismo de la desesperación, donde se da cuenta de que en realidad ha fracasado en su intento.

“Ya, hijo de Dios, al misterioso espejo
de la eterna verdad llegar quería,
y los terrenos lazos desatando,
aspiraba feliz la luz divina.
Superior al querube, en el regazo
del mundo derramé mi propia vida.
y mezclando mi sangre con su savia,
audaz soñé la Creación ya mía.
¡Estéril presunción! Una palabra
rayo fue que fulgura y me aniquila.
Medir no puedo mi poder contigo;
mis tristes voces a venir te obligan,
pero no te aprisionan. A tu lado,
¡cuán grande y cuán pequeño me sentía!
Pero a la suerte incierta de la triste
humanidad, arrójanme tus iras.
¿Quién marcará mi norte y mi sendero?
¿Seguiré los impulsos que me guían?
¡Ay! El camino de la vida obstruyen,
dolores, desengaños y desdichas.”

Fausto cree que las fuentes de información están agotadas y que nunca logrará el verdadero conocimiento. Y temiendo la terrible monotonía de una laboriosa y ordinaria existencia, coge una ampolla de veneno y está a punto de beber cuando oye fuera unos cantos que proclaman que Cristo ha resucitado, porque es la mañana de Pascua. Al pensar
en esto, su alma se abre otra vez a la esperanza. Se ve aún más impedido en su propósito por la llamada de Wágner, su amigo.
Paseando con este último, Fausto da el grito de agonía que sale del pecho de toda alma aspirante, en la terrible lucha entre la naturaleza superior y la inferior. Mientras vivimos vidas mundanas sin más altas aspiraciones, hay paz en nuestro pecho. Pero cuando una vez hemos sentido la llamada del Espíritu, nuestra tranquilidad se acabó y cuanto más ardientemente perseguimos la busca del Grial, tanto más violenta será la lucha interna. San Pablo estimaba que él era un hombre perdido porque los bajos deseos de la carne combatían sus aspiraciones espirituales superiores. Las palabras de Fausto son por el estilo:

“Tú no más tienes un alma,
y en mi pecho laten dos.
Por separarse. entre sí
trabaron lucha reñida:
la una, que de ardiente vida
siente el loco frenesí,
desesperada, al placer
se aferra con vivo anhelo,
la otra, rasgado ya el velo,
quiere a su patria volver.”

Pero él no se da cuenta de que no existe una carretera real que conduzca al logro del ideal o anhelo; al contrario, cada uno tiene que recorrer el camino hacia la paz solo. Cree que hay espíritus que pueden darle el poder del alma, listo para el uso:

“Espíritus. si es verdad
que en las alas del ambiente
tranquila y calladamente
reináis en la inmensidad
de las tenues nubes de oro
que os dan callada guarida,
bajad, y la nueva vida
dadme, que anhelante imploro.
¡Ah! Si pudiera yo asir
aquel prodigioso manto
que en las alas del encanto
nos lleva donde ansiamos ir,
avaro de tal favor,
no lo trocara, siquiera
su púrpura me ofreciera
en cambio el emperador.”

Por este su afán de dirigirse a otros, él está condenado al desengaño. “Si eres Cristo ayúdate a ti mismo”, es la regla universal; y la confianza en sí mismo es la virtud cardinal
que los aspirantes deben cultivar en la Escuela de Misterios Occidentales. A nadie se le permite apoyarse en Maestros ni seguir ciegamente a Guías. Los Hermanos de la Rosacruz
gustan de emancipar a las almas que van hacia ellos, de educarlas, robustecerlas y convertirlas en colaboradoras. Los filántropos son raros y los que se figuran que un instructor debe hacer algo más que indicar el camino, se equivocan profundamente.
Cualesquiera que sean sus títulos o pretensiones, que venga en cuerpo denso o como espíritu, no importa que sea todo lo espiritual que quiera, un instructor, positivamente, no puede hacer por nuestra cuenta las buenas obras que son necesarias para el crecimiento del alma, y asimilarlas, ni darnos el poder del alma resultante dispuesto para el uso, como tampoco no podría darnos la fuerza física, comiendo él nuestros alimentos. Es verdad que Fausto, el alma que busca, atrae a un espíritu dispuesto a servirle, pero es un espíritu de una naturaleza indeseable: Lucifer. Cuando Fausto le pregunta por su nombre, él contesta:

“Aquel Espíritu soy
que duda y lo niega todo.
Aquella fuerza que
queriendo hacer el mal.
logra sólo hacer el bien.”

Personas o espíritus que ofrecen satisfacer nuestros deseos, persiguen generalmente un fin determinado.
Ahora llegamos a un punto que envuelve una importante ley cósmica, en la cual subyacen vados fenómenos espiritualistas y apoya al mismo tiempo la enseñanza singular de la Fraternidad Rosacruz (y de la Biblia) de que Cristo no volverá en un cuerpo denso, sino en un cuerpo vital. También demuestra por qué debe volver. Los estudiantes harán bien de leer muy atentamente lo que sigue.
Atraído por la actitud mental de Fausto, Lucifer le sigue hasta dentro de su gabinete de estudio. En el suelo, precisamente al lado de la puerta, está dibujada una estrella de cinco puntas, apuntando dos puntas hacia la puerta. En el proceso ordinario de la naturaleza, el espíritu humano entra en su cuerpo denso durante la vida prenatal y se retira a la muerte, por medio de la cabeza. Los Auxiliares Invisibles, que han aprendido a transformar su fuerza sexual en poder del alma en el cuerpo pituitario, también salen y entran en el cuerpo denso pasando por la cabeza; por esta razón, el pentagrama con una punta hacia arriba simboliza el alma aspirante que obra en armonía con la naturaleza.
El mago negro que no tiene alma ni poder de ella, también usa la fuerza sexual. Sale de su cuerpo y entra en él pasando por los pies, proyectándose el cordón plateado desde el órgano sexual. Por esta razón, el pentagrama con las dos juntas hacia arriba es el símbolo de la magia negra. Lucifer no tenía dificultad alguna para entrar en el gabinete de trabajo de Fausto: pero cuando desea marcharse después de su conversación con Fausto, la punta superior de la estrella le cierra el camino. Ruega a Fausto que quité el signo y éste le replica:

FAUSTO:
“¿El pentagrama te aterra
que está en el umbral trazado?
Pues, ¿cómo, dime, has entrado,
si el paso. al salir, te cierra?
¿Cómo incurrió en tal error
espíritu tan experto?.

LUCIFER:
Porque ley
es de toda nuestra grey,
por donde entramos, salir.
Hay en lo uno libertad.
Pudiendo la entrada elegir,
mas ésta también la salida será.”

Antes del año 33 de nuestra era, Jehová guiaba a nuestro planeta en su órbita y a la humanidad en el sendero de la evolución desde fuera. En el Gólgota, Cristo entró en la Tierra la que El ahora guía desde dentro, y seguirá haciéndolo basta que un número suficiente de nuestra humanidad haya desarrollado el poder del alma necesario para hacer
flotar la tierra y guiar a nuestros hermanos menores. Esto requiere aptitud para vivir en cuerpos vitales, capaces de levitación. El cuerpo vital de Jesús por medio del cual Cristo entró en la Tierra es Su única avenida de vuelta al Sol. Por ende la Segunda Venida será en el cuerpo vital de Jesús.

del libro "El Misterio de las Grandes Óperas", de Max Heindel


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