domingo, 10 de diciembre de 2017

Astrología esotérica para la navidad


Astrología esotérica para la navidad 

La filosofía rosacruz nos enseña que el Universo es vibración, una vibración con ritmo y que compone ciclos innumerables en forma espiral. Existe un ciclo anual de la mayor importancia si somos capaces de fijar nuestra atención en él y sintonizarnos con los acontecimientos cósmicos. Desde septiembre el rayo crístico entra en la Tierra y la vivifica, con un punto culminante en la navidad, cuando Su descenso a nuestro comparativamente inerte planeta se hace completo. Como las energías liberadas en la navidad se extienden a las semanas siguientes, estamos en un momento excelente para meditar sobre todas estas verdades espirituales. 

Los ciclos cósmicos tienen su escritura en las estrellas, auténtico mapa de la evolución de la oleada de vida humana, a la vez que fuerzas activas en la misma, pues las vibraciones de los planetas y constelaciones nos bañan constantemente. Por si fuera poco, encierran las claves del desarrollo espiritual de cada individuo. La venida de Cristo en navidad simboliza también el modo en que el Cristo interno nace en el aspirante cuando llega el momento, si bien estos días son especialmente favorables para acercarnos al Yo superior. 

Un horóscopo contiene el mapa del cielo visto desde un punto de la Tierra. El cielo se mira desde ese punto hacia el Sur, de modo que el Este queda a la izquierda, coincidiendo con el lugar del Ascendente. El Oeste queda a la derecha, en el lugar de la casa 7ª. De esta forma, a medianoche el sol siempre se encuentra en el punto más bajo, en la cúspide de la casa  cuarta. A continuación analizaré la posición del sol en la medianoche del solsticio de invierno. 

Consideremos ahora el Zodiaco intelectual en esa noche singular. Sucederá invariablemente para cualquier punto del planeta que en el horizonte oriental, el cual coincide con el Ascendente, termina de salir el signo de Virgo. Entendemos así que el nacimiento místico hacia el que nos orienta la astrología esotérica conlleva un servicio laborioso y abnegado (signo de tierra), en condiciones muy concretas y guiado por el discernimiento de un signo mental (Mercurio rige a Virgo). La espiga de trigo que forma parte del símbolo de este signo crece sólo con atención continuada. La fuerza creadora de Virgo procede de su pureza. Una pureza definida por su disposición a abrirse y darse, por el olvido de sí misma, que en nuestra cultura se plasmó como arquetipo femenino. El servicio que encarna Virgo es posible por el aspecto sumamente impersonal de sus vibraciones. Fijémonos en el regente: La mitología griega presenta a Mercurio como el mensajero de los dioses antes que impulsor de sus propias iniciativas. Al igual que la Luna, refleja la luz de otros planetas antes que imponer una vibración específica. Por eso es el planeta de la comunicación y de la comprensión. Una comprensión imprescindible para recorrer el recto sendero iniciático simbolizado en el caduceo. Virgo recoge parte de esa cualidad, incrementada por su carácter de signo común. Así, por no afirmar su color del mismo modo que otros signos, puede reflejar otra luz más sublime. Tenemos el ejemplo en las palabras de María al Ángel anunciador: “Hágase en mí según tu palabra”. 

El Sol significa el espíritu interno, el rayo espiritual directo. ¿Qué podemos observar en estas fechas? Que el Sol transita el signo de  Capricornio en el Zodiaco intelectual cuando llega la navidad. En la astrología mundana Capricornio representa al hombre en su dimensión social, así como la justicia y las normas que rigen la vida colectiva. Si vamos más allá en el simbolismo navideño, hallaremos una gran riqueza de significados. La constelación de Capricornio es el hogar de la oleada de vida arcangélica. Estos elevados seres auxilian a la humanidad en desarrollo hasta que sea completamente capaz de guiarse por sí sola. Su vehículo más denso es el de deseos; son maestros en el manejo de la materia de dicho mundo, análogamente a como nosotros estamos adquiriendo maestría sobre la materia del mundo físico. Su labor específica con nosotros es la tutela de las naciones y los diferentes grupos que se van diferenciando en la sociedad. Su trabajo, por tanto, es desde fuera y de carácter colectivo. 

Uno de los arcángeles creció espiritualmente hasta fundirse con el segundo aspecto del Dios creador del sistema solar, el principio Sabiduría. Lo reverenciamos con el nombre de Cristo y entre todas las huestes celestiales es el mejor situado para ayudar a la humanidad degenerada a recuperar su sendero evolutivo ascendente trabajando desde dentro del planeta. Así que el nacimiento cíclico del niño Dios en la Tierra coincide con el Sol espiritual en el signo de Capricornio, el signo de los arcángeles. Ellos han superado las tendencias egocéntricas y negativas del cuerpo de deseos y sólo cultivan lo que de positivo hay en él. Por eso ocupan su lugar glorioso entre los dioses. Dan sin esperar recompensa, sin cálculo, simplemente porque es su naturaleza comportarse así. ¿Qué significa todo esto para la oleada de vida humana? 

Que la iluminación cristiana es un proceso interno pero no independiente. El  desarrollo espiritual no puede guardarse para uno mismo; ha de ser puesto al servicio de todos en un acto de genuino amor según el rayo de Urano, sin descanso ni consideraciones personales hasta ver materializado el bien común. A este ideal responde mejor el que trabaja en el mundo, cultivando el jardín de su alma al tiempo que mantiene una actividad externa positiva. Este es el sendero que propugna la Fraternidad Rosacruz, pues consideramos pasados ya los días en que el aspirante espiritual se aislaba del mundo para concentrarse en su búsqueda interior. Acuario se aproxima y nuevas formas de servir y crecer se abren paulatinamente ante nosotros. 

Luis A. Blanco


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